La palabra honestidad de manera indudable fue la más repetida en estos tiempos de campañas, es un tema invariable en este periodo de convencimiento, y los aplausos se escuchan como aceptando la buena intención, aunque en el fondo bien sabemos cuál es nuestro pensamiento.

Conforme a nuestra idiosincrasia, bien podríamos asemejarlo a una función de lucha libre. Acudimos predispuestos a divertirnos y no cuestionamos si los fuertes golpes en la lona, las cachetadas o las aparatosas caídas son reales, sólo aplaudimos, echamos porras y damos por hecho que creemos como cierto este espectáculo.

Al salir, regresamos a nuestra realidad, a transitar sobre caminos de baches, calles sin alumbrado, entre bolsas de basura y una agotante aridez. Entonces ya no cuestionamos, sólo actuamos en consecuencia.

Y de esa forma, el mapa político en Hidalgo lo hemos cambiado de forma sustancial en cuestión de una década, tirando cacicazgos, tradiciones políticas y generacionalmente la forma de pensar y actuar.

Hay casos muy explícitos sobre el tema de la honestidad y la honorabilidad. Quién podría creerle a Cipriano Charrez que recién dejó el grillete electrónico por haber atentado contra la vida de su propio hermano y que apenas enfrentó otro juicio por la muerte de un muchacho en un accidente automovilístico.

Podrían ser casos fortuitos, como también que su hermano Vicente recién dejó la cárcel por hacer disparos con arma larga en contra de policías de investigación o que su otro hermano, Pascual huya por razones desconocidas.

Ahora vemos a Cipriano clamar en las plazas públicas su interés por cambiar el rumbo de una región que han vuelto prodigiosa los otomíes. Los hechos son los que acusan ese discurso falso, como de muchos otros que esconden violaciones sexuales, delitos patrimoniales, violencia intrafamiliar, en fin. Lo único que evitará que lleguen, es la decisión de los electores.

Sin sorpresas, las campañas políticas versaron sobre las mismas líneas, aunque ahora por fortuna, las candidaturas fueron depositadas en gente joven y mucha de ella con poca o nula experiencia en el ámbito político.

Amparados con carreras académicas de excelencia algunos, otros con éxito en la conformación de empresas, son las nuevas caras que llenaron la contienda, aunque no dejaron de existir aquellos políticos en desuso, que, por su edad o desprestigio, ya no fueron aceptados ni para intercambiar el saludo.

Son más de 2.3 millones de electores hidalguenses los inscritos al padrón que tienen posibilidades de acudir a las urnas, aunque prospecciones conservadoras dejan la participación en 62 por ciento, se considera la existencia de suficiente ánimo.

El proceso tendrá éxito pese a la inexperiencia del IEEH que provocó campañas inequitativas, desinformadas y carentes de promoción del voto, ante la complicidad de los representantes partidistas que aceptaron extrañamente los acuerdos desfasados.

Nimiedades: La oposición en su desesperación, de ninguna forma desdeña la posibilidad de descarrilar la elección en dos o tres municipios.

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