Dicho estaba, ellos nunca ganarían, y la razón es muy sencilla, su precaria valía social, moral y ética hizo que nadie les apostara un voto, porque ellos pertenecen al pasado, ese que nadie quiere que se repita en la entidad.

La naciente clase política del morenismo en Hidalgo, definitivamente no fue un factor que definiera una distancia de hasta 20 puntos porcentuales entre el primero y segundo lugar, más bien, fue su desgastada figura que no garantizaron ni siquiera una derrota digna.

Entonces, el lunes 3 de junio habremos de inaugurar una nueva dinámica política que modificará los usos y costumbres, al haber una mayoría en el Congreso de verdaderos morenistas y otro tanto, en las alcaldías de la entidad.

El efecto Peje que arrebató un buen número de posiciones al PRI en las anteriores elecciones, tras estas elecciones se diluye con la figura de Claudia Sheinbaum y a nivel estatal con un gobernador acompañado de una mayoría en el Congreso y gran parte de las alcaldías.

Ahora, para madurar un movimiento político es necesario nominar una dirigencia que de entrada cuente con la suficiente honradez, para que no sea fácilmente vulnerada como sucedió con la actual que preside Marco Rico Mercado.

La nueva clase política, por necesidad deberá consolidar principios de honradez como una plataforma de despegue que permita garantizar una coherencia entre los dichos y los hechos.

Los políticos treintañeros que en esta ocasión alcanzaron los triunfos en las alcaldías y en la Cámara de Diputados, tendrán que ir de la mano con el actual gobernante para cerrar filas y entonces, impedir ínsulas de poder que algunos abusados les abren la puerta para negociaciones poco transparentes.

La jornada, fue jugosa en participación y de buenos resultados para la sociedad desde el momento en que no hubo violencia y todo se realizó dentro de una razonada civilidad, pese a los yerros del Instituto Estatal Electoral de Hidalgo.

La inexperiencia y la soberbia que ahora ganaron la partida entre los consejeros pondría en jaque la legalidad de la elección, pues, junto con el Tribunal Electoral alargaron los tiempos hasta el absurdo sin medir los daños.

Al igual quedaron al descubierto las lagunas legales en distintas circunstancias procesales, razón para que la nueva legislatura haga suya la reforma urgente en materia electoral.

Lejos de todo esto, la participación ciudadana hay que reconocerla porque pese a las campañas de miedo y de odio que desataron en determinados momentos los candidatos, la gente decidida salió a la calle hasta acabarse las boletas.

Ya no hay marcha atrás en este proceso democratizador, ahora resta que se armonicen con la ciudadanía, para que tenga valía el voto emitido.

Nimiedades: Felicidades a todos, ganó la participación ciudadana.

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