El plan del régimen está claro. Pío López Obrador me demanda. Quiere que yo le pague 200 millones de pesos por haber exhibido los videos en los que aparece recibiendo en secreto fajos de billetes en sobres amarillos. Con el Poder Judicial en la bolsa, la ruta jurídica está a su favor. Cuando le den la razón y yo no pueda pagar, entonces sigue la cárcel.

Lo de Pío no es casual. La víspera de que se estrene el nuevo Poder Judicial —con ministros, magistrados y jueces emanados del régimen— reaparece Pío López Obrador con un video de musicalización dramática y guion de víctima. Dice que el INE ya lo exoneró (sólo de un delito electoral), que los videos fueron “alterados” (mentira total, todos lo vimos), que no le basta una disculpa pública y que quiere “más”.

¿Qué más? Que Latinus le pague 200 millones de pesos y que yo le pague 200 millones de pesos. Nos acusa de haber dañado su honor, por haberlo exhibido mientras recibía sobres amarillos con cash y decía que eran para su hermano Andrés Manuel. Quiere más. Más presión. Más castigo. Más escarmiento para quienes sencillamente hicimos el trabajo de cualquier periodista.

Pero los hechos son tozudos. Esos videos existen. Se escucha la voz de Pío. Se ven los fajos de billetes. Se ven los sobres amarillos. Se ve cómo Pío se los embolsa. Y hubo una confesión pública del entonces presidente AMLO al día siguiente de la revelación: eran “aportaciones para apoyar el movimiento”. No lo dije yo. No lo dijo Latinus. Lo dijo él en la mañanera. A David León —el que daba el dinero— le costó el cargo en el gabinete obradorista. Pío lo admitió en una entrevista con Expansión: sí recibió el dinero. Y, ante todo, la realidad quedó filmada.

¿Qué quiere el régimen con esto? Estrenar juguete. Pío es sólo su títere para mostrar los alcances de su nuevo Poder Judicial. Una cosa es una narrativa de defensa, y otra, actuar como extorsionador con toga ajena. Pío no está solo: se sabe respaldado. Por eso posa altanero. Por eso miente sin rubor. Repite que “las autoridades” concluyeron que el material fue manipulado, cuando lo que ocurrió es otra cosa: la Fiscalía electoral —encabezada por un amigo íntimo de AMLO, esposo de una ministra de la nueva Corte— cruzó los brazos y desechó la evidencia procesal. Los propios consejeros del INE lo dijeron: los videos son contundentes, pero si la Fiscalía no actúa, el árbitro no puede pitar.

Pío en su video —en el que no aparece recibiendo dinero clandestinamente— manda un mensaje que se ha vuelto el estribillo del gobierno: los jueces ya son nuestros y vamos por ustedes. Con distintos fraseos lo ha dicho la presidenta, lo han dicho morenistas de todos los niveles, lo ha dicho hasta la esposa de López Obrador refiriéndose a periodistas: “entrará en funciones el nuevo Poder Judicial y está la opción real de denunciarlos y que se haga justicia”.

Se trata de intimidar, de mandar aviso a la prensa, de convertir en culpable al periodista y en víctima al que aparece recibiendo billetes. La ecuación perfecta del poder: yo demando; mis jueces resuelven; tú pagas. Si no puedes, te quiebro. Si resistes, te encierro.

Y, mientras tanto, la presidenta Sheinbaum decía con desparpajo en su Primer Informe: “en México se practica la mayor libertad de expresión de toda la historia; no existe la censura”.

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