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Con motivo del Día del Padre, cientos de familias acudieron al panteón San Miguel para rendir homenaje a padres fallecidos. Llevaron flores, veladoras, fotografías y objetos simbólicos, en una escena que antes se veía con mayor frecuencia en el Día de las Madres.
Se observaron retratos en blanco y negro, algunos restaurados para mejorar su nitidez, así como fotografías a color con diseños recientes. Cada tumba reflejaba una historia: unas marcadas por el esfuerzo familiar, otras por el trabajo constante.
Entre los visitantes, surgieron recuerdos y relatos de vida, incluso de padres ausentes. El homenaje se convirtió en un ejercicio colectivo de memoria.

Juana Domínguez, de 50 años, recordó que su padre trabajaba la tierra y nunca faltaba al trabajo, incluso enfermo. Esa disciplina lo convirtió en una figura de autoridad, aunque convivieron poco.
Frida Sofía, de 15 años, contó que su padre falleció recientemente en un accidente de motocicleta. Dijo que, aunque sus padres estaban divorciados, él siempre la hizo sentir protegida.
El gobierno de Tulancingo informó que asistieron cerca de 10 mil personas al panteón, como parte de una convocatoria de participación social.
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