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Pese al clima gélido, el ambiente en el panteón municipal de Pachuca se sintió cálido con la afluencia de miles de personas que con música, flores de cempasúchil, comida y bebidas celebraron a sus familiares en el Día de Muertos.
Desde temprana hora y a lo largo del domingo 2 de noviembre, personas en pareja, con amigos y hasta familias enteras entraban al cementerio caminando por el arco principal o en auto por el acceso en la parte posterior para llegar a la última morada de sus fieles difuntos.

Aunque le resulta complicado caminar, Juan Trejo Reynoso quien hace tiempo no sale de su casa debido a una enfermedad crónica, el Día de Muertos hizo el esfuerzo para ir a visitar la tumba de su mamá María Reynoso y sus hermanos Francisco y Agustina Trejo, quienes llevan 27, 50 y 18 años de fallecidos, respectivamente.
Con la voz temblorosa y un poco encorvado menciona: “vine a ver si me siguen guardando mi lugar o ya me lo ganaron”, entre broma y un poco en serio porque sabe que “todos vamos para allá”, agregó.
Acompañado de su esposa, hija y yerno también visitó la tumba de su entenado, quien era hijo de su esposa. En ambos sitios dejaron flores de cempasúchil, la llamada nube, llenaron de agua los floreros y limpiaron las lápidas.
En los alrededores, el resto de visitantes pedía melodías a los músicos que recorrían el panteón, como un norteño que ofrecía a 70 pesos una canción, otros contrataron tríos o bandas de viento, y hubo quienes llevaban sus bocinas y pusieron a todo volúmen las canciones que eran las preferidas de sus muertos.
“Amor eterno”, “Un rinconcito en el cielo” y “Dos coronas a mi madre”, eran las canciones que más se escuchaban en las inmediaciones del cementerio, donde se sentía el aire frío y aunque por ratos salían los rayos del Sol las personas se mantenían abrigadas.
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