“Le han cantado a Veracruz, a Jalisco y a Tamaulipas; con gusto le canto a Hidalgo, que tiene cosas bonitas”. Así escribió Nicandro Castillo en El Hidalguense, una melodía que bien podría ser el himno del estado.

Hoy, esas “cosas bonitas” son motivo de celebración: del 13 al 16 de noviembre, Hidalgo es anfitrión del Tianguis Nacional de Pueblos Mágicos, un evento organizado por la Secretaría de Turismo de México que reúne los atractivos de los 177 destinos con esta distinción.

Y no hay mejor momento para redescubrir los nueve pueblos mágicos hidalguenses, donde la naturaleza, la cultura y la hospitalidad se entrelazan. Desde los bosques cubiertos de niebla hasta las montañas del semidesierto, cada rincón guarda una historia única.

1. Huasca de Ocampo: el origen de la magia

A poco más de dos horas de la CDMX, entre bosques de montaña, se encuentra Huasca de Ocampo, el primer pueblo mágico de México. En la época colonial fue un importante centro minero, lo que atrajo al Conde de Regla, Pedro Romero de Terreros, a construir las haciendas de Santa María Regla y San Miguel Regla, joyas del barroco que hoy funcionan como hoteles y centros turísticos.

Su mayor atractivo natural son los Prismas Basálticos, formaciones hexagonales de origen volcánico bañadas por cascadas. Muy cerca, el Museo de los Duendes rescata leyendas locales sobre seres elementales que, según los lugareños, habitan la región.

La Peña del Aire, a 1,200 metros sobre el vacío, ofrece tirolesas, senderismo y un columpio extremo con una de las vistas más impactantes del estado.

Huasca de Ocampo: el origen de la magia | Foto: Wikimedia Commons
Huasca de Ocampo: el origen de la magia | Foto: Wikimedia Commons

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2. Mineral del Chico: aventura entre montañas

Parte del Parque Nacional El Chico, este pueblo es ideal para quienes buscan adrenalina. Sus antiguas minas —como San Antonio, Aurora y La Dificultad— aún pueden explorarse, mientras que sus senderos conducen a miradores como la Peña del Cuervo y el cañón Paraíso Escondido.

Aquí, la touroperadora H-GO Adventure organiza experiencias únicas, como vías ferratas y recorridos nocturnos entre puentes colgantes. Las cabañas escondidas entre los pinos hacen del descanso una extensión de la aventura.

Mineral del Chico: aventura entre montañas | Foto: Wikimedia Commons
Mineral del Chico: aventura entre montañas | Foto: Wikimedia Commons

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3. Real del Monte: legado inglés y sabor a paste

Empedradas calles y casonas antiguas dan la bienvenida a este pueblo minero donde nació el tradicional paste, herencia de los trabajadores británicos. El Panteón Inglés y las minas de Acosta y La Dificultad conservan la historia de la bonanza de la plata.

El entorno natural del Bosque El Hiloche invita a recorrer senderos entre pinos y oyameles, un respiro de aire puro a pocos minutos del centro.

Real del Monte: legado inglés y sabor a paste | Foto: Wikimedia Commons
Real del Monte: legado inglés y sabor a paste | Foto: Wikimedia Commons

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4. Metztitlán: un oasis en el semidesierto

A tres horas y media de la CDMX, Metztitlán sorprende con su riqueza ecológica. En la Reserva de la Biósfera Barranca de Metztitlán habitan más de 800 especies de flora y fauna, muchas de ellas endémicas.

Entre sus atractivos están la Laguna de Metztitlán, el Cerro del León, la Cueva de los Murciélagos y los Manantiales Kinjua, ideales para el senderismo y el cañonismo. En el corazón del pueblo, el Convento de los Santos Reyes, del siglo XVI, deslumbra con sus retablos dorados y frescos originales.

Metztitlán: un oasis en el semidesierto | Foto: Wikimedia Commons
Metztitlán: un oasis en el semidesierto | Foto: Wikimedia Commons

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5. Acaxochitlán: tradiciones que florecen entre cascadas

Entre montañas cubiertas de neblina, este pueblo conserva con orgullo sus raíces nahuas y otomíes. Los tapetes de aserrín, los bordados coloridos y la gastronomía tradicional —como los molotes y el pan de horno— son parte de su identidad.

La Cueva del Huarache, las presas Tejocotal y Omiltemetl, y las cascadas de Dos Mundos revelan su vocación ecoturística. Aquí, la naturaleza se mezcla con los rituales ancestrales y el arte textil.

Acaxochitlán: tradiciones que florecen entre cascadas | Foto: Wikimedia Commons
Acaxochitlán: tradiciones que florecen entre cascadas | Foto: Wikimedia Commons

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6. Huichapan: historia viva entre cantera y agua termal

En el Valle del Mezquital, Huichapan conserva edificaciones coloniales de cantera labrada, como la Parroquia de San Mateo Apóstol y el Convento de San Mateo. El Acueducto El Saucillo, con sus 15 arcos de hasta 35 metros, y el Chapitel, donde se celebró el primer Grito de Independencia en 1812, son imperdibles.

Muy cerca, el balneario Pathecito ofrece aguas termales naturales, y las pinturas rupestres de Boyé recuerdan la herencia otomí que habita la región desde hace siglos.

Huichapan: historia viva entre cantera y agua termal | Foto: Wikimedia Commons
Huichapan: historia viva entre cantera y agua termal | Foto: Wikimedia Commons

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7. Tecozautla: entre viñedos y géiseres

Enclavado en el semidesierto, Tecozautla es famoso por su El Géiser, un respiradero natural que lanza chorros de vapor y abastece balnearios termales.

Su historia también se remonta al pasado prehispánico: la zona arqueológica de Pañhú muestra el legado xajay. El lugar combina descanso, historia y enoturismo, con viñedos como Tierra y Almas, donde se puede disfrutar de gastronomía mediterránea y vistas al Valle del Mezquital.

Tecozautla: entre viñedos y géiseres | Foto: Wikimedia Commons
Tecozautla: entre viñedos y géiseres | Foto: Wikimedia Commons

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8. Zempoala: haciendas, pulque y patrimonio mundial

A solo una hora de la capital del país, Zempoala guarda el espíritu del México virreinal. Entre sus antiguas haciendas pulqueras, como San Antonio Tochatlaco y Casa Grande, aún se respira el aroma del maguey.

El Acueducto del Padre Tembleque, Patrimonio Mundial, es su joya arquitectónica: una obra hidráulica del siglo XVI con 44 kilómetros de longitud y arcos de hasta 40 metros de altura.

Zempoala: haciendas, pulque y patrimonio mundial | Foto: Wikimedia Commons
Zempoala: haciendas, pulque y patrimonio mundial | Foto: Wikimedia Commons

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9. Zimapán: naturaleza en estado puro

En la frontera con la Sierra Gorda, Zimapán fusiona historia minera y paisajes espectaculares. La Presa Fernando Hiriart, las Grutas Xajhá y el Parque Nacional Los Mármoles son paraísos para el senderismo, la escalada y el ecoturismo.

El antiguo pueblo minero de La Encarnación, hoy cubierto de musgo, recuerda el pasado industrial de la región mientras sus miradores ofrecen vistas de uno de los cielos más amplios del país.

Zimapán: naturaleza en estado puro | Foto: Wikimedia Commons
Zimapán: naturaleza en estado puro | Foto: Wikimedia Commons

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Hidalgo, anfitrión de la magia

Del bosque a la piedra, del agua al desierto, Hidalgo reúne en sus nueve pueblos mágicos la diversidad natural y cultural de México. El Tianguis Nacional será una ventana para mostrar lo que Nicandro Castillo escribió hace décadas: “Hidalgo tiene cosas bonitas”, y hoy, más que nunca, el mundo está invitado a descubrirlas.

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