Jorge encontró en Instagram una comunidad de personas que enseñaba cómo invertir y comprar acciones de empresas en Estados Unidos. Por dos meses, estuvo en contacto con supuestos representantes de empresas extranjeras que lo guiaron con detalle para descifrar los movimientos de la bolsa e invertir sabiamente a través de la aplicación RHTradingPro.
El joven mexicano siguió los pasos y en poco tiempo vio crecer en la pantalla de su teléfono los números de su inversión inicial. Sin embargo, para retirar el dinero, le indicaron que debía pagar una comisión, lo que levantó su sospecha de un fraude. Jorge se convirtió así en una víctima más de un sofisticado esquema de estafa digital llamado “pig butchering”.
También conocido como Sha Zhu Pan o “matanza/cacería del cerdo”, la estafa se originó en China en 2019 y se ha extendido de manera global. Es una de las categorías más comunes de fraude de inversión en acciones, divisas o criptomonedas. El nombre del fraude alude a la metáfora de engordar un cerdo antes de matarlo. Aunque la Interpol reconoce el término, la organización policial insta a sustituirlo, pues considera que deshumaniza y humilla a las víctimas, lo que puede disuadirlas de buscar ayuda.
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Las cinco etapas de la estafa
Según el especialista en ciberseguridad Rodrigo Álvarez, el “pig butcherig” opera en cinco fases. La primera etapa consiste en contactar a la víctima en redes sociales, como ocurrió con Jorge. Se hacen pasar por “personas con un perfil profesional o inversionistas confiables” y generalmente tienen un perfil atractivo para dar un “training de cómo invertir”, señala el especialista
La segunda etapa consiste en ganarse la confianza de la persona estafada. En algunos casos, se pueden llegar a establecer falsas relaciones románticas o de amistad. Jorge recuerda que sus supuestos guías de inversión le compartieron sus perfiles de LinkedIn para demostrar su experiencia financiera: “empiezan a explicarte cómo funciona la bolsa, cómo están las noticias, qué es lo que está pasando en el mundo, las subidas y las bajadas de diferentes cuentas de empresas”.
Después, viene la etapa de la inversión inicial, “donde la víctima realiza algún depósito fuerte viendo todos esos resultados positivos y viendo que la persona del otro lado le transmitió confianza y empatía”, detalla Álvarez.
“Después de descargar la aplicación, el primer paso era ingresar el número de teléfono y una contraseña. Se supone que solamente tú tienes acceso a tu cuenta”, narra Jorge. Luego, “te mandan instrucciones sobre qué acciones comprar y cuáles vender, empiezas a ver que tu dinero crece”. Para invertir, el joven debía transferir dinero a una cuenta asignada por el supuesto servicio al cliente.
La siguiente fase, que Álvarez denomina “aumento progresivo”, consiste en convencer a la víctima de que “siempre hay algo más”. Jorge recuerda que cuando acumuló cierta cantidad, le dijeron que ya podía invertir en otro tipo de “instrumentos de inversión” en donde debía pagar una suscripción para tener mayores beneficios.
“Siempre tienen algo para llamar la atención de la víctima”, explica Álvarez, quien señala que también “se suelen emplear tácticas de presión”. En el caso de Jorge fue así: “te dicen que si no pagas la suscripción, entonces va a haber problemas porque va a afectar tu historial crediticio, vas a perder este dinero… te van enredando y convenciendo de que es importante, que vas a ganar mucho y debes meter dinero para tener problemas con la empresa”.
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La última etapa es la “matanza”. Según el experto, no siempre ocurre de una sola vez: después de la inversión inicial, intentan sacar más dinero. “Se supone que cuando mi ganancia alcanzó lo que yo tendría que haber ganado, venía el pago de comisiones, que te cobran un 10% del total de la ganancia para poderlo retirar”.
La alerta para Jorge surgió cuando preguntó por los impuestos. “Me pareció que el cobro de comisiones no era muy legal y me puse a investigar”, contó. Tras contactar a la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) y a la empresa estadounidense a la que pertenecían sus guías financieros, descubrió que aquella compañía no tenía operaciones en México. Denunció el fraude ante la policía cibernética de la Ciudad de México, que prometió llamarlo para ratificar la denuncia, pero no recibió respuesta.
Aumentó estafa en 2024
Según Chainalysis, en 2024 las estafas de tipo “pig butchering” aumentaron un 40% a nivel global, generando pérdidas cercanas a los 9 mil millones de dólares. La firma estima que esta cifra podría superar los 12 mil millones conforme se detecten más casos, pero señala que calcular el monto exacto es complejo por la falta de denuncias y la dificultad para identificar a las víctimas.
Rodrigo Álvarez advierte que detrás de estas estafas pueden operan redes criminales internacionales. Ese temor alcanzó a Jorge. “Saben dónde vivo y cómo le llamo, me da mucha angustia que en algún momento pudieran tomar algún tipo de acción o que quieran utilizar mi identidad para hacer algo extraño”, confiesa.
Álvarez explica que los estafadores suelen usar “cuentas mulas”: cuentas bancarias asociadas a identidades robadas, compradas o alquiladas para mover el dinero obtenido de los fraudes.
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¿Cómo prevenir el pig butchering?
Álvarez subraya que la educación digital es la principal herramienta de prevención. La alfabetización en ciberseguridad y finanzas personales es clave.
“Se deben poner en práctica las buenas prácticas de ciberseguridad: verificar la identidad digital, hacer búsquedas inversas de imágenes, no compartir documentos personales, datos bancarios ni fotos comprometedoras, y evitar instalar aplicaciones externas”, puntualiza.
El experto también subraya el papel de la regulación fuerte para perseguir e investigar este tipo de fraudes. México carece de legislación específica en la materia y no forma parte del Convenio de Budapest sobre ciberdelincuencia, firmado en 2001.
Jorge considera que lo suyo fue una pérdida menor comparada con otros casos. “Hay gente que está hipotecando sus casas”, alerta.
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