El futuro de México no se define en tratados internacionales ni en megaproyectos, sino en los hogares donde nacen y crecen las empresas familiares. Una tienda en la esquina, un salón de belleza en la cochera, un taller mecánico heredado… cada uno representa una fuerza latente de cambio social y económico.
En México, las empresas familiares representan la gran mayoría de las unidades económicas, sostienen más del 60% del empleo y contribuyen con aproximadamente la mitad del PIB nacional. Son el corazón productivo del país. Sin embargo, enfrentan un gran reto: más del 65% operan en la informalidad.
Más de 3.5 millones de estas empresas no están registradas ante el SAT o el IMSS, según cifras del INEGI. Esta invisibilidad las priva de acceso a crédito, seguridad social, digitalización y programas de capacitación. Sin formalidad, no pueden escalar ni dignificar plenamente el empleo que generan.
El economista Raymond Vernon advirtió sobre los riesgos de una economía dual: una formal que innova y una informal que sobrevive. Esta división es uno de los grandes frenos del desarrollo mexicano.
Pero este desafío no es solo legal o fiscal: es humano. Gary Becker, Nobel de Economía, afirmaba que el desarrollo comienza con el capital humano. La informalidad fragmenta ese capital, debilita la cultura de trabajo y perpetúa desigualdad.
¿Qué debemos hacer?
Formalizar no es imponer, es acompañar.
La formalidad se construye, no se impone. Requiere una alianza entre gobierno, sector privado y sociedad. ¿Cómo logramos esto?
Incentivos fiscales pensados para empresas familiares
Capacitación práctica, flexible y continua
Digitalización accesible, centrada en el usuario
Créditos con enfoque en confianza y trayectoria comunitaria
El 88% de estas empresas se concentran en el sector servicios. Ahí está el terreno fértil de una revolución económica real. Ahí está el México que trabaja, que resiste, que innova con ingenio y corazón.
Thomas Piketty lo dice claro:
“El crecimiento sostenible solo es posible si todos tienen acceso a las mismas reglas del juego.”
No se trata de formalizar por cumplir. Se trata de dar dignidad al esfuerzo, seguridad al empleo y herramientas reales para crecer.
No solo formalicemos negocios. Formalicemos el futuro.
El doctor Octavio de la Torre de Stéffano, es Presidente de CONCANACO SERVYTUR.
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