El miércoles Claudia Sheinbaum visitará el corazón de la huasteca hidalguense, en su calidad de la candidata más fuerte y con un amplio margen de preferencia electoral según las casas encuestadoras. Ese mismo lugar lo tomó como punto de arranque Luis Donaldo Colosio, entonces considerado el candidato más querido por la gente, aunque no por su partido el tricolor.
La Plaza de la Revolución, lugar donde reconocen a su héroe local Antonio Reyes Cabrera, El Tordo, se convirtió en viral con la visita de Enrique Peña, mientras que su antecesor Felipe Calderón prometió un hospital que no alcanza a llegar.
La importancia de esta plaza lo constituye en ser el corazón del granero de votos de los hidalguenses, pues representa un alto porcentaje de ganancia quien alcance un triunfo aquí. Ocupado por la cultura náhuatl, se ha manifestado como una tierra fértil para los políticos, aunque también fue escenario de las historias más lamentables de sometimiento y esclavitud.
Considerado de esa manera, Colosio Murrieta en los momentos más cruciales del priismo, decidió, aún en contra de la voluntad de Carlos Salinas iniciar su campaña ese 10 de enero de 1994 en la Plaza de la Revolución.
Hidalgo, entonces era gobernado por Jesús Murillo Karam, quien junto con la dirigencia de su partido dispusieron de una red de apoyo para que el evento tuviera los resultados esperados. En lo local todo cumplía con las expectativas, sin embargo, desde el CEN del PRI había resistencias, todavía no aceptaban darle el poder.
Las investigaciones de la muerte de Colosio, muestran el abierto rechazo de Salinas para que el primer evento fuera ese día, quería aplazarlo. Colosio se impuso y viajó a Huejutla, mientras el jefe de la Presidencia de la República corría a su secretario de Gobernación y mandaba a Camacho Solís a Chiapas.
Los camiones que llevaban a los priistas como apoyo al mitin programado a las diez de la mañana se perdieron, al igual que su médico de cabecera, el doctor Guillermo Castorena. Incluso, el coordinador general que era Ernesto Zedillo perdió la chamarra, nada salía bien.
Mientras que el candidato panista Felipe Calderón en su pobre visita a la Plaza de la Revolución, se dio vuelo prometiendo cosas que nunca cumplió. Por ejemplo, un hospital de tercer nivel y aumentar las caravanas de la salud para atender a todas las comunidades huastecas y serranas.
Enrique Peña Nieto, habituado a las nuevas expresiones ligeras, quiso quedar bien durante la puesta en marcha de su precampaña e intentó hablar en náhuatl. Y eufórico se despidió con un tlaxcali miak que quiere decir muchas tortillas, en lugar de dar las gracias con el habitual tlaskamati miak.
La huasteca que visitará la candidata Claudia Sheinbaum, ya es otra, su gente no deja de ser participativa pero ahora de forma razonada. Aquí en esta tierra se preservaron las peores atrocidades en derechos humanos, tanto así que la lista de desaparecidos políticos que existen en Hidalgo, todos fueron de esta zona. El mensaje, es importante.