Conforme avanzan los procesos organizacionales al interior de los partidos políticos para enfrentar la histórica elección del 2024, la calentura de muchos suspirantes va en aumento y sin importarles alguna ideología se quitan y ponen chalecos de distintos colores y tendencias.

La debacle sistemática de partidos como el PRI y PRD, ha provocado el desprendimiento de actores y base militante, motivando un movimiento hasta insospechado, pero que motiva confusión entre el electorado. Ya no sabemos justo, en donde está cada quien.

Entonces los que hablaban de la herencia del tricolor y los principios revolucionarios, ahora nos muestran un catálogo de promesas verdes o bien, otros se lanzan fuerte contra el obradorismo, como un pretexto para pepenar las inconformidades de los contras de Morena.

Vivimos tiempos miméticos en donde los rojos no son tal, son verdes y los amarillos quieren ser naranjas o azules, sin el menor recato ideológico, buscan nuevas aventuras que les signifique la sobrevivencia dentro del ámbito partidario.

La transición buscada por los electores en Hidalgo, dejo manifiesta que los viejos esquemas ya habían cansado e impedido el desarrollo en la entidad, tanto democráticamente como en todos los sentidos.

Y ahora, resulta que con un cambio de chaleco pretenden ser otros, buscan convencer que los arranques de soberbia motivados por 92 años en el poder no existirán. Es exactamente la misma fotografía el marido golpeador que promete cambiar.

El paso que dieron los votantes en las anteriores elecciones, de ninguna manera fue un castigo temporal, fue un total destierro de las confianzas populares. Fue un hasta nunca, algo que parecen no entender los políticos saltibanquis que buscan generar expectación como si ellos fueran factor de cambio.

Incluso, aquellos que se mantienen entre las ruinas del PRI, bien saben que sólo mediante la vía plurinominal será como tengan acceso a alguna posición, puesto que todavía no terminan de destrozarse entre ellos mismos. Unos mantienen la esperanza de que habrá cordura por parte de su dirigencia nacional, sin embargo, otros pelean de manera abierta por la autodeterminación de los comités estatales y hasta municipales sobre quienes serán sus candidatos.

Por supuesto que la abierta ambición de Alito Moreno y Carolina Viggiano por servirse con la cuchara grande en las pocas posiciones que alcanzaran con su votación es más que evidente al prácticamente correr a las voces críticas o de peso que en algún momento pudieran hacer algún contrapeso.

Y esta actitud, pone en riesgo la posible alianza con Acción Nacional, quien sin mucho ruido avanza en la conformación de candidaturas apegadas a sus grupos de poder interno y su peculiar estilo.

Los golpes bajos ya visibles en el PVEM, reducen las fortalezas del discurso ambiental, ante la llegada de personajes impuestos que sin el mayor recato ya hablan de cambiar la dinámica partidaria, tal como sucedió con la senadora Nuvia Mayorga, que ya se instaló como la nueva dirigente estatal.

El show apenas comienza y ya son muchas las viudas, algo que los propios votantes huelen y sabrán distinguir en su momento.

Nimiedades: La empresa constructora del tramo Real del Monte-Omitlán está obligado, según sus esquemas de trabajo a explicar públicamente las razones del accidente, porque no se puede aceptar que arrebate vidas por un ”error”, eso es injustificable.

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