Hay dos motivaciones que muchas personas buscan afanosamente en la vida: el dinero y el poder. Estas dos condiciones se vuelven una obsesión para algunas personas, quienes están dispuestas a hacer de todo con tal de llegar a esa meta.

Para los estándares de las sociedades modernas, en donde se premia el éxito a través de los bienes materiales, la acumulación, el consumo, la excentricidad y el absurdo, una figura como Ricardo Salinas Pliego encaja perfectamente en esa visión aspiracional.

Este personaje, que ahora busca incidir en la vida pública, lo hace desde una posición muy cómoda caracterizada por la cultura del privilegio y la ostentosidad.

Salinas Pliego viene a cuento porque este fin de semana festejó su onomástico en un evento público que convocó a 20 mil personas y que tuvo tintes políticos que abonan a esa posibilidad de competir por la presidencia en 2030.

En formato de reality show, el magnate habló antes de que cerrara el festejo, tras conciertos, eventos circenses y videos satíricos hechos con inteligencia artificial. Antes, había llegado al lugar en helicóptero acompañado de su esposa.

El propietario de Grupo Salinas no escatimó en gastos para su gran evento, que estuvo cerrado a los medios de comunicación. A cada asistente se le regaló un talonario para que lo canjeara gratuitamente por comida, agua, refresco y cerveza. También una playera con la imagen caricaturizada del “Tío Richie”, como se le conoce popularmente en redes sociales.

El también dueño de Elektra (una tienda departamental que vende electrodomésticos en pagos) rifó dos motos y organizó un concierto con la participación del cantante Carlos Rivera, nacido en los programas de TV Azteca, también propiedad del empresario. La cartelera la complementaron Ely Guerra y Lupillo Rivera para dar cabida a todos los gustos musicales.

En la Arena México, recinto que se ocupa regularmente para funciones de lucha libre y que también forma parte de Grupo Salinas, el festejado lanzó una fuerte crítica al gobierno actual, al que se refirió como “inepto”.

Hay que recordar que los desencuentros entre el empresario y el gobierno tienen su origen en un adeudo por el pago de impuestos. Según las autoridades, el monto que tiene que cubrir el quinto hombre más rico de México equivale a 74 mil millones de pesos.

Ese fue el punto de inflexión y, a partir de ahí, la voz de Salinas Pliego ha sido no solo crítica, sino ácida en contra del gobierno federal. Incluso, en la celebración citada le mandó un mensaje a la presidenta Claudia Sheinbaum: “Que nos digan cuánto hay que pagar para poder liquidarlo en menos de 10 días. Presidenta, ¿usted lo que quiere es cobrar y terminar con este penoso asunto, o quiere destruir al Grupo Salinas?”

Ante tal provocación, es claro que el deudor busca la confrontación para generar una plataforma a partir de la cual alimentar un discurso contrasistema que le abone a su motivación primordial: participar en la contienda electoral para la presidencia de la República.

Ejemplos de esta desafortunada mezcla entre el poder económico y el poder político tienen de cabeza al mundo actual. El caso de Donald Trump es quizá el más emblemático, donde la filosofía del ganar-ganar a cualquier costo (como se hace en los negocios) complica el desarrollo de la política, en la que regularmente hay que aprender a negociar e incluso a perder.

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