Del 05 al 20 de septiembre las y los presidentes municipales del estado de Hidalgo tienen que celebrar su informe de gobierno. Este ejercicio, al igual que en las entidades y en la federación, se entiende como una obligación legal de parte de los gobernantes para rendir cuentas a los ciudadanos.

Estos eventos tienen mucho significado político porque cada año se puede observar el desempeño de la administración, sus principales acciones, pero también sirve para identificar algunas deficiencias.

En este último punto, hay mucho que decir. Se acostumbra que los inconformes con el gobernante aprovechen la ocasión para expresarse y lograr visibilidad ante una tribuna que regularmente tiene resonancia.

De tal manera que la pregunta frecuente en estos actos es ¿cómo le fue al presidente o presidenta en su informe? Y la respuesta oscile entre tres opciones, a saber; a) muy bien le aplaudieron y echaron porras, b) muy mal, lo abuchearon y le reclamaron y c) aburrido porque no pasó nada.

Más allá del morbo que puede despertar el hecho de que a un político le reclamen cosas en su cara. Lo que debe de ponderarse son los humores sociales en las regiones y municipios. Por ejemplo, en estos días han ocurrido varios de estos eventos que solo cumplen con el formalismo sin dejar elementos para el recuerdo. Pero también se han llevado a cabo informes que se quedarán en la memoria por las anécdotas que se suscitaron.

De entre los más encendidos seguramente se quedará en los archivos el ejercicio celebrado en Apan donde hubo voces negativas que señalaron el actuar de la actual presidenta, al igual ocurrió en Tula donde gritos anónimos trataron de incidir en el ambiente. También tuvimos informes como el de Pachuca que fueron reconocidos por su formato fluido y relajado.

Como solían decir hace tiempo, “hay de todo como en botica”. Reiterar que esos eventos reflejan mensajes políticos muy valiosos donde el primer año de ejercicio regularmente hay una curva de aprendizaje que tendrá que ser superada para el segundo año de administración; y por supuesto, ser superada en un tercer año de responsabilidad.

Pero el escenario parece complicado si desde el principio, es decir; desde el primer año al frente de un municipio, la inconformidad de algunas personas es creciente. Esto no representa un buen auguro para los políticos que buscan afanosamente la aprobación ciudadana.

Hay casos alarmantes que deben ser atendidos con premura. Teniendo en cuenta que los problemas en los municipios son casi infinitos y los recursos para resolverlos son limitados. Pero aún así, la función de los munícipes es justamente la gestión ante las autoridades para lograr recursos extraordinarios u otro tipo de concesiones.

En este sentido, es imperativo atender la problemática de los baches, seguridad en las calles, alumbrado público, mejoramiento de la imagen urbana en parques, jardines, mercados y panteones que son responsabilidad del municipio. Pero también mantener una disciplina financiera con los impuestos que se cobran como son: licencias de construcción, uso de suelo, predial, entre otros.

La administración municipal no es sencilla. Se tiene que hacer mucho con poco, pero aún así sirve de plataforma política para muchas personas que son recordadas por sus loables esfuerzos y otros que mejor debieron dedicarse a otra actividad.

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