El afirmar que un estado —una ciudad o un país— es más apto que otro para atraer talento e inversión es complejo y a la vez sutil. ¿Cómo determinar las variables que guían la formación y atracción de talento y combinarlas con las que impulsan la inversión? ¿Va una antes que la otra? ¿La existencia de talento determina la inversión o es ésta la que deriva en la especialización del talento? Preguntas como estas y otras tantas son las que el IMCO se hace año con año al generar el Índice de Competitividad Estatal para entender México un poco mejor, con sus complejidades y sus diferencias.
El Índice ubica a los 32 estados en un ranking, las primeras posiciones siempre llaman la atención y aquellos estados que logran ubicarse ahí se congratulan. De las entidades que están al final de la tabla se habla menos, a nadie sorprenden ya las grandes brechas. En esta edición del Índice de Competitividad Estatal salen en los primeros lugares la Ciudad de México, Baja California Sur y Nuevo León. Hasta abajo de la tabla están Oaxaca, Guerrero y Chiapas.
La lista ordenada de los estados competitivos nos muestra una foto de lo que sabemos. Hay un México que avanza y atrae talento e inversión y otro que no. El México que avanza quiere hacerlo más y más rápido. Detecta sus problemas e intenta resolverlos. El otro México espera algún modelo alternativo de desarrollo para una región distinta que no necesariamente quiere industrializarse; ese modelo aún no llega.
Pero el verdadero valor del Índice no radica en el ranking, sino en entender las dinámicas propias de los estados a través de la información que el IMCO proporciona para cada uno. Entender las razones tras las que Baja California Sur se ubica en el primer lugar en lo que a condiciones laborales se refiere es más interesante. Es ahí donde hay menos desigualdad salarial y mayor participación económica y está entre los mejores en cuanto a ingreso promedio y hay poca informalidad laboral. ¿A qué se debe? ¿Esas métricas responden a decisiones propias del estado o a variables más bien de carácter exógeno?
¿Qué hace que Chiapas tenga una expectativa de vida de 73 años, la menor del país, con cuatro años de diferencia frente a Nuevo León? ¿Se pueden corregir las deficiencias de infraestructura —incluso de infraestructura digital— que lo mantienen rezagado frente al resto del país? La mortalidad infantil es la más alta y la cobertura educativa la más baja de México. ¿El Plan México puede corregir esos déficits? ¿Está eso entre sus metas y objetivos?
Coahuila, que en esta ocasión no escaló posiciones en el Índice, cuenta, sin embargo, una historia de éxito a lo largo de los años. Las variables relacionadas con Estado de derecho han tenido de forma consistente una mejora significativa. Hoy ocupa la primera posición en esas métricas. ¿Algo de lo implementado en Coahuila puede ser replicado en otros estados? Quizás las entidades cercanas podrían aplicar algunas de las lecciones que Coahuila aprendió y el estado, a su vez, hará bien en no descuidarlas, porque ninguna historia de éxito es permanente. El esfuerzo debe ser continuo.
Atraer talento e inversión no es magia. Es política pública bien diseñada —basada en evidencia—, ejecutada con disciplina y evaluada con datos. Y es también una aspiración: la de un país que quiere avanzar.
@ValeriaMoy
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