Recientemente, durante una conferencia de prensa celebrada en Palm Beach, Florida, el presidente electo de los Estados Unidos de América Donald Trump sorprendió al mundo con una controversial declaración en la que propuso cambiar el nombre del Golfo de México a Golfo de América. Su “propuesta”, refleja una comprensión equivocada sobre el concepto de América y las complejidades geográficas e históricas involucradas.

El Golfo de México es un mar semi-cerrado que se encuentra entre las costas de México, los Estados Unidos y Cuba, por lo que es considerado como la cuenca más grande de aguas protegidas del océano Atlántico. No obstante, este cuerpo acuático no sólo debe ser considerado desde su dimensión geográfica… Es una entidad histórica y culturalmente diversa.

Su denominación moderna, tiene raíces en las exploraciones europeas. Durante el periodo colonial, los conquistadores españoles, al llegar al continente americano, empezaron a denominar a esta vasta masa de agua como el "Seno Mexicano" o como el “Golfo de la Nueva España”. Fue hasta el siglo XIX, con la independencia de México, cuando el término "Golfo de México" se consolidó en la cartografía.

Por otro lado, América es un continente que está compuesto por América del Norte, América Central y América del Sur, por lo que no debería usarse como un término exclusivo para referirse a una sola nación, sino que debe ser entendido como el nombre de un continente compuesto por decenas de naciones con una diversidad cultural, política y económica.

A menudo, la visión de "América", promovida en este tipo de discursos nacionalistas, se reduce a un “norteamericanismo”, asociado exclusivamente con los Estados Unidos, que margina y subordina a los países latinoamericanos.

El término neocolonialismo hace referencia a una forma de dominación o control que, (aunque ya no se lleva a cabo a través de la ocupación territorial directa como en el colonialismo clásico), se ejerce de manera indirecta mediante la influencia económica, política, cultural o incluso mediática de una nación sobre otra. No obstante, el neocolonialismo también se ejerce a través de la imposición de narrativas y símbolos que buscan moldear la identidad y la soberanía de otros países.

Las declaraciones de Trump reflejan la idea de un control simbólico y cultural, ejemplo de cómo la dominación cultural puede ser un instrumento de un neocolonialismo moderno, donde las naciones más poderosas buscan apropiarse de significados históricos y geográficos, alterando la percepción de la historia y despojando a las naciones de su autonomía simbólica.

La idea de que el Golfo de México debería llamarse "Golfo de América" parece estar impulsada más por un deseo de reafirmar una narrativa nacionalista de los Estados Unidos que por una lógica histórica, geográfica o política sólida. Y es que América Latina, al ser vista como "el patio trasero" de los Estados Unidos, es tratada no como un sujeto activo de su historia, sino como un objeto pasivo, siempre subordinado a los intereses de las grandes potencias.

Las declaraciones de Trump reflejan la idea de un control simbólico y cultural, ejemplo de cómo la dominación cultural puede ser un instrumento de un neocolonialismo moderno, donde las naciones más poderosas buscan apropiarse de significados históricos y geográficos” …

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