Stephany Espinosa

De la mina al ring

Stephany Espinosa
15/05/2025 |00:25
WEB El Universal Hidalgo
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Durante mediados del siglo XX y principios del siglo XXI, en el estado de Hidalgo, surgió una de las dualidades más singulares del México obrero: los mineros que también eran luchadores. En Pachuca y Mineral de la Reforma, donde la minería ha sido oficio y destino por generaciones, algunos hombres decidieron no solo enfrentar la dureza del subsuelo, sino también la del cuadrilátero.

Las arenas y complejos deportivos representaban uno de los pocos espacios de entretenimiento accesibles para el obrero común, en una ciudad donde las opciones se limitaban a la tauromaquia, las peleas de gallos y la charrería. Estas prácticas estaban históricamente asociadas a sectores con mayor poder adquisitivo y vínculos con las élites rurales o políticas. Por tal motivo, después de largas jornadas en los socavones, muchos trabajadores de las minas acudían los recintos de lucha libre, en búsqueda de un espacio de esparcimiento colectivo, entretenimiento y desahogo emocional.

No obstante, para otros trabajadores mineros, las funciones de lucha libre representaban algo más: una oportunidad para complementar el ingreso familiar. Impulsados por la precariedad del salario minero y el costo de sostener a sus hogares, algunos trabajadores se entrenaban en gimnasios improvisados, salones comunales y complejos deportivos, para convertirse en luchadores semi-profesionales, que participaban en funciones regionales. Así, la lucha libre se convirtió en una segunda jornada: por vocación, sí, pero también por subsistencia.

En Pachuca y Mineral de la Reforma, la Arena Afición y el Complejo Deportivo-Cultural 11 de Julio, (conocido también como Arena 11 de julio), son espacios emblemáticos de la historia de la lucha libre con una identidad y un legado particular que perdura hasta nuestros días. No obstante, este último recinto, aunque menos conocido, posee una vinculación histórica directa con la minería.

El complejo habitacional “Unidad Minera 11 de julio” y su centro deportivo-cultural, fueron construidos con apoyo del sindicato minero, a finales de la década de los 80 y recibe su nombre en conmemoración de la fundación del Sindicato de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana (SNTMMSRM) en Pachuca Hidalgo, acontecida el 11 de julio de 1934.

Por lo anterior, no es casual que muchos de los primeros habitantes de la Unidad Minera fueran precisamente trabajadores en activo o jubilados de las empresas mineras locales y que, en este contexto, este lugar no solo funcionara como espacio de vivienda, sino como núcleo de cohesión comunitaria para los trabajadores y sus familias, donde la práctica de la lucha libre encontró un lugar natural como forma de expresión popular y sustento de la clase obrera.

La historia de los mineros-luchadores en Pachuca y Mineral de la Reforma constituye un ejemplo singular de cómo la clase trabajadora mexicana ha construido espacios de resistencia e identidad a través de prácticas culturales aparentemente ajenas a su esfera laboral.

“Durante el siglo XX y principios del siglo XXI, en el estado de Hidalgo, surgió una de las dualidades más singulares del México obrero: los mineros que también eran luchadores”…

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