Confeccionar ropa es una ocupación que como puede pasar desapercibida, también puede construir leyendas. En la moda mexicana de los años 50 y 60, Tao Izzo fue un personaje icónico como muy pocos, pero que hoy raya en lo mítico por la escasa información de su vida.
Desde el pasado 2024, creadores de contenido y portales de noticias han difundido el nombre de este modista, en gran medida alrededor de su obra más famosa, el vestido que usó la primera actriz Silvia Pinal para el retrato que le hizo Diego Rivera.
Mochilazo en el Tiempo se dio a la tarea de entrevistar a un experto en moda nacional para profundizar en el éxito de este modista y dar un vistazo a sus creaciones, todo de la mano con las noticias que EL UNIVERSAL publicaba sobre su trabajo en la época.
Tao Izzo y sus vestidos sacudieron a México
La primera vez que El Gran Diario de México habló de su trabajo, Tao Izzo tenía 31 años. Era junio de 1954 y entonces era usual encontrar una página en inglés, dirigida a los ciudadanos estadounidenses en el país. Fue ahí que la columnista Mary Martínez presentó este diseñador al público.
“La colección de verano de este talentoso joven mexicano, que es una alegre mezcla de lo chic de París y lo funcional de Nueva York, puede verse en Pani - Tao Izzo, Niza 23”, se leía en “Colonyscope”, su columna de estilo de vida.
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La columnista no lo sabía, pero con esas líneas el debut de Izzo en EL UNIVERSAL sería una síntesis excelente de la carrera del modista, algo que queda claro gracias a la investigación del entrevistado de esta entrega.
Guillermo León es un diseñador de moda destacado en la escena mexicana actual, pero además tiene una faceta académica que desempeña en la Universidad Iberoamericana. Uno de los temas de los que es conocedor resulta ser, en efecto, la vida y obra de Tao Izzo.
“Yo a finales de los años 90 conocí a Manuel Méndez (a nivel personal). Fue un diseñador muy importante en México entre los años 60 y 90; se le considera el decano de los diseñadores mexicanos.
León refiere que Manuel Méndez, ya entrado en años, compartía muchas anécdotas: “en una de las tantas pláticas que tuvimos, nos platicó sobre Tao Izzo y una de las cosas que a mí me sorprendió mucho era que nos decía que Tao era un gran diseñador, que era alguien que tenía sobre todo un dominio muy creativo de la técnica de alta costura…”.
Si bien un elogio de Manuel Méndez no es poca cosa, quienes no conocemos los secretos del arte y la industria de la alta costura quizá nos hagamos una idea aún más completa del talento de Izzo con otra de las anécdotas que escuchó Guillermo León:
“Había otro diseñador, Enrique Martínez, que había sido asistente de Manuel Méndez, y en un desfile que habían compartido Manuel, Enrique, Tao y otros diseñadores, Tao Izzo había sacado un vestido rojo muy bonito, con una cauda”, narra el diseñador.
Aquella ocasión, de acuerdo con el relato que León escuchó de Méndez, el vestido era tan bonito que habría herido la susceptibilidad de Enrique Martínez, “y el asunto es que pisó la cauda del vestido antes de que saliera, con la intención de que se rompiera”.
“A mí me llamó mucho la atención que, siendo Enrique y Manuel estas personalidades que eran en el mundo social y de la moda, pues le hubiera causado tanta… digamos, ‘inquietud’, el diseño de Tao”, explica el profesor de licenciatura de la Ibero.

Cuando realizó su proyecto de titulación, Guillermo León eligió la historia de la moda en México como su tema de tesis y decidió incluir a Tao Izzo en el capítulo que dedica a los diseñadores mexicanos de los años 40 a los 90.
Con una risa discreta y desde un sillón tan colorido como sus creaciones, León comparte que, tras descartar una entrevista formal con Manuel Méndez por su entonces deteriorada salud, se lanzó a una búsqueda “básicamente obsesiva”.
A partir de ese punto, Guillermo León entró en un efecto bola de nieve, en que hallazgos iniciales lo llevaron cada vez a más y mayores descubrimientos que, además, aumentaron su fascinación por este ícono fashionista mexicano.
Los brillantes logros y los recónditos orígenes de Tao Izzo, sus momentos de mayor fama y las piezas que hoy trazan su imagen histórica, todo ello lo revela en diálogo con los registros recuperados en la Hemeroteca de EL UNIVERSAL.
Tao Izzo y Arturo Pani, artesanos icónicos de la Zona Rosa
La columnista Mary Martínez, a mediados de los años 50, demostró tener un ojo experto cuando le contó al público que el distintivo de Tao Izzo era ofrecer diseños que integraban lo mejor de la moda de Nueva York y París.
Hay que tomar en cuenta, como propuso Guillermo León desde su tesis sobre historia de la moda en México, que tras la Segunda Guerra Mundial el gobierno implementó el Plan de Sustitución de Importaciones para impulsar la industria nacional.
Ya que los productos importados eran escasos, se entiende que la moda en la Ciudad de México vivió una especie de revolución cuando Tao Izzo llegó a la colonia Juárez, armado de diseños al día con las últimas tendencias de la haute couture.
El cambio para la hoy llamada Zona Rosa nació en el número 23 de la calle Niza, donde Izzo se instaló con su compañero de negocios: Arturo Pani, habilidoso decorador y hermano menor de Mario Pani, el destacado arquitecto.
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Mientras Mario edificaba la Torre de Rectoría de la UNAM, las creaciones de Arturo eran símbolo de buen gusto -y estatus- para las familias defeñas que podían costear ciertos lujos.
En el “Estudio Pani-Tao Izzo”, una galería de los elegantes muebles y decoraciones de Pani recibía al visitante en la planta baja, mientras que el primer piso era el atelier o taller donde Izzo atendía a las apasionadas de la moda. Guillermo León agrega que podrían haber contado con un sótano, donde manejaban un salón de belleza.
El éxito de Izzo fue rotundo. “Inclusive, algunas clientas que habían sido de otros diseñadores, como de Julio Chávez, habían cambiado a su modista por irse con él”, comenta León.
Sin embargo, la gloria no venía sólo de las ventas, pues la prensa confirmaba una y otra vez que la fama de aquellos diseños estaba justificada.
El Estudio Pani-Izzo no cumplía un año aún cuando Mary Martínez reportó, en 1955, que Niza 23 estaba atrayendo clientas desde ciudades como Dallas y Los Ángeles. Nadie se extrañó cuando, en las mismas fechas, se anunció que la revista Cosmopolitan publicaría elogios para Izzo en su número de enero.
La calle de Niza se volvió una parada obligada para quienes buscaran estar a la moda -por lo general, mujeres de posición económica privilegiada-, pero el magnetismo de Izzo no se limitaba al vestido en venta: la experiencia emulaba a las boutiques parisinas, al grado de que se dijo que Izzo le dio fama internacional al lugar.
El nombre de Tao Izzo resonaba en los años 50 y 60 cada vez que las asistentes de un evento social lucían sus atuendos, de la misma manera en que hoy se viralizan los diseñadores que visten a las estrellas de una alfombra roja como en los premios Oscar.
Con el tiempo, las exhibiciones de sus colecciones de temporada llegaron a abarrotar espacios como el Hotel Hilton Continental y el Hotel del Prado, con asistencias de entre seiscientas y mil personas a finales de los 50.
El vestido de Silvia Pinal no era cualquier vestido
Quizá el trabajo más recordado de Tao Izzo fue el vestido con el que la primera actriz, Silvia Pinal, posó para el muralista Diego Rivera. A simple vista es encantador, elegante y, sin duda, hecho a la medida, pero el diseñador Guillermo León comparte lo que ve su ojo de experto.
León comenta que, alrededor de 2006 el Palacio de Hierro le hizo un homenaje a Silvia Pinal. “Rodrigo Flores, que es uno de los coleccionistas de moda y de indumentaria en Latinoamérica, contactó con Silvia y le pidió toda una colección de vestuarios que se exhibieron en el Palacio de Hierro de Durango”.
“Ahí exhibieron el vestido negro que Tao le diseñó para el famoso retrato que le hiciera Diego Rivera. Entonces, pude ver de cerca aquello a lo que se refería Manuel Méndez: la construcción de ese vestido es muy particular.
“Si tú eres conocedor en la moda, tienes que observar bien los cortes del vestido y darte cuenta que no es un vestido negro más, no es un vestido negro básico”, nos narra el diseñador.
“De entrada, el drapeadito del escote que simula estar como enrollado, digamos que se funde con el tirante, con el hombro, de modo que hace lo que en costura llamamos ‘un drapeado imposible’, o sea que no sabes dónde acaba -que luego eso se resuelve de una forma muy sencilla, pero que es muy de la alta costura”, explica.
“Lo mismo pasa con la cauda, que lo mismo sirve de cauda y de chal, ¿no?, porque en realidad esto no está pensado tanto como para que arrastre, sino que es una especie de chal con el que ella se va a cubrir, pero está añadido al vestido por la parte de la espalda.
“Luego lo que descubrí, que en las fotos no se ve, es que tiene un corte de costado como todos los vestidos, pero luego el corte se va inclinando en un punto, esto significa que posiblemente no esté cortado al hilo, sino al bies, para que el vestido entalle mejor”.
Con este análisis, Guillermo León opina que el vestido tiene dos valores: uno simbólico por figurar en un Rivera y por la historia con que Pinal lo recordó en su autobiografía; el otro sería su valor como objeto histórico que revela detalles de la técnica y la moda.
No puede faltarnos mencionar que aquel retrato se pintó en 1956, cuando Tao Izzo iba en meteórico ascenso. León apunta que, según las memorias de Silvia Pinal, ella llegó al Estudio Pani-Izzo porque le recomendaron el salón de belleza de Niza 23, y fue ahí que le recomendaron pintarse el cabello para resaltar entre las estrellas de la época.
Además de comentar que, en efecto, fue una novedad ver a una actriz mexicana de los años 50 pintarse el cabello de rubio, León comparte que él sospecha que pudo ser el propio Izzo quien le diera la idea, pues lo considera un modista visionario.
El profesor de la licenciatura en diseño textil de la Ibero resalta que, contrario a muchos diseñadores de su época, Tao Izzo tenía una visión más bien práctica de la moda, algo que supo gracias a rastrear su carrera en una hemeroteca de Carolina del Norte.
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Izzo publicaba la columna “Be Smart” (Sé Lista), donde daba consejos como optar por comprar ropa duradera, o pequeños trucos para sacarle el máximo a unas cuantas prendas y accesorios, lo que hoy se considera moda sustentable.
La odisea de seguirle el rastro a Tao Izzo
La vida de Tao Izzo es uno de esos casos en que el internet se queda corto, pues la mayoría de la información sobre él es breve y hasta difiere de una fuente a otra. Guillermo León opina que podría deberse a que, según le comentó el periodista Mario De la Reguera, Izzo rehuía mucho a la prensa.
El diseñador explica que cuando incluyó a Izzo en su tesis de licenciatura, no lo hizo con la profundidad que hubiera querido. La ventaja fue que aquel proyecto sentó las bases para estructurar la información que encontró con el paso de los años.
En algunos casos, indagó con toda la intención de ampliar sus conocimientos sobre Izzo, pero también dice que la vida le presentó oportunidades valiosas de forma más bien casual.
El origen del modista de Niza 23 es algo que León confirmó una ocasión inesperada en que, gracias al algoritmo, coincidió en redes sociales con el perfil de una sobrina de Tao.
Su golpe de suerte fue doble, pues la joven accedió a compartirle información: “Ella me proporcionó el acta de nacimiento de Tao Izzo y su acta de defunción”, relata León y agrega que de ese modo corrigió su propia investigación.
Tao nació como Fernando Izzo en 1923, de padre italiano y madre mexicana, al parecer zacatecana de Sombrerete. Hay fuentes que marcan dicha ciudad de Zacatecas como lugar de nacimiento del modista, pero León señala que lo registraron en Durango.
Incluso con acceso a documentos personales de Izzo, hay momentos de su juventud de los que León sólo puede compartir hipótesis, como sucede con el punto en que él y su familia migraron a Estados Unidos.
Se sabe que Tao Izzo no vivía en México antes de trabajar en el Estudio Pani-Izzo, pero no hay datos exactos de cuánto tiempo vivió en Estados Unidos, donde trabajaba hasta inicios de la década de 1950.
Sin embargo, León sustenta la hipótesis de que la familia Izzo podría haber cruzado la frontera norte a finales de los años 20, con base en las fichas de migración de personas con el apellido Izzo que ingresaron a California en esa época, mismas que encontró durante su investigación hemerográfica.
Un hecho que apoyaría su hipótesis es que algunas fuentes sugieren que Izzo podría haber comenzado su carrera en Hollywood, California, como diseñador de vestuario, e incluso haber conocido a la actriz Dolores del Río.
Aclara que eso no le consta “…porque desde mi punto de vista, tendría que haber sido muy joven para diseñarle a Dolores del Río cuando ella era una gran estrella, pero es posible que sí la conociera”.
En cambio, es seguro que Tao Izzo participó como vestuarista en cinco cintas mexicanas, como Para siempre amor mío (1955) de Tito Davison o Muñeca reina (1972) de Sergio Olhovich, según el recuento de Ana Elena Mallet para el libro de Elisa Lozano, Vestuario 1931-1981. 50 años de creación en el cine mexicano.
Por desgracia, un dato que se desconoce es el momento en que Fernando Izzo pasó a llamarse Tao Izzo, así como las razones que haya tenido para usar un nombre artístico.
La historia de Tao Izzo va y viene entre dudas y certezas. León agrega que “lo que sí es un hecho es que fue en Los Ángeles donde él conoció al diseñador español Antonio del Castillo y juntos migraron a Nueva York, donde trabajaron para Elizabeth Arden”.
De acuerdo con un artículo de Guillermo León para InStyle, fue en 1945 que Tao Izzo empezó a trabajar en la casa Elizabeth Arden, cuando Castillo estuvo a cargo de la dirección artística de la firma.
También durante su tiempo en Nueva York, dice León, podría haber trabajado para cabarets como el "Folies Bergère".
Cuando Antonio del Castillo recibió una nueva oportunidad laboral en la maison Lanvin, de París, causó que Tao Izzo ascendiera como director artístico de Arden en 1950, donde trabajó hasta 1952.
El modista resalta la dedicación de Izzo en ese punto de su carrera, pues desde 1945 se hizo el hábito de sacrificar sus vacaciones para ir a París a seguir aprendiendo de las casas de moda francesas.
De hecho, la columna de Mary Martínez en EL UNIVERSAL reportaba el mismo hábito en los años 50, cuando ya estaba en México: uno o dos viajes al año, al menos a Nueva York, para actualizarse en las tendencias y avances de la moda.
El regreso de Tao Izzo a México es otro evento del que no hay certeza. Guillermo León tiene como hipótesis inicial el año 1954, pero tras comparar su información con la de la Hemeroteca de EL UNIVERSAL, afirma que otra opción viable sería 1953, año que además coincide con la producción de El retorno de la juventud (Juan Bustillo Oro, 1954), en que fue vestuarista.
Una posible línea del tiempo de la trayectoria profesional de Izzo sería, de acuerdo con León, que su relación con Elizabeth Arden terminó en 1952 y, probablemente, en algún punto de 1953 preparara su primera colección para Pani-Izzo, que se vendió durante el verano de 1954.
La época dorada de Tao Izzo en la Zona Rosa podría haber tomado lugar entre mediados de los años 50 y mediados de los años 60, pues luego de 1966 surge un vacío en los registros de este diario, con excepción de sus menciones como vestuarista de producciones teatrales en los 70.
Guillermo León agrega que Tao Izzo tuvo su taller en un segundo domicilio, sobre Paseo de la Reforma, y al respecto, el diario canadiense North Bay Nugget informó que en agosto de 1967 Izzo buscaba mudar su taller, pero sin alejarse de Reforma, a raíz de presuntas demoliciones en los alrededores de Niza 23 para la construcción de un nuevo hotel.
Cabe señalar que la misma nota del 67 afirma que Izzo llevaba 18 años (desde 1949) trabajando como emprendedor en la capital mexicana, sin citar fuentes, mientras que este reportaje concuerda con el recuento de León, con base en que la trayectoria de Antonio del Castillo (más fácil de rastrear) apunta a que en 1949 Izzo era ilustrador para Arden.
A reserva de las inconsistencias anteriores, es posible que Tao Izzo hiciera cambios en las relaciones públicas de su negocio o que modificara un poco su giro, en función de su mudanza, a finales de los 60.
Más que las producciones en teatros como el Hidalgo o el Virginia Fábregas, en los 70 destacaron los últimos dos vestuarios de Tao Izzo para el cine: La Generala (Juan Ibáñez, 1970), con María Félix como protagonista -y de quien era amigo personal- y Cuando tejen las arañas (Roberto Gavaldón, 1977).
El caso de “La Doña” tiene mucho peso en opinión de nuestro entrevistado, pues la considera “uno de los personajes más nombrados cuando se habla de estilo y elegancia en México y posiblemente una de las mujeres que ha dejado mayor huella en la cultura popular”.
Fue en los años 80 que habría llegado el retiro de Tao Izzo, en términos del diseño de alta costura, pues Guillermo León ha escuchado testimonios que sugieren que bien pudo haberse sustentado por trabajos para una clientela reducida pero de confianza: amigas que le hacían encargos desde sus mejores años.
Otra posibilidad es que el declive en los 80 se debiera a un probable cierre del Estudio Pani-Izzo, si se toma en cuenta que Arturo Pani habría fallecido en 1981, según datos de la casa de subastas Morton.
María Félix y Tao Izzo, amigos de la sofisticación
Como apasionado del tema que es, Guillermo León aprovecha las ocasiones en que conoce a la antigua clientela de diseñadores icónicos para preguntar por su cara más humana, aunque rara vez hay respuesta.
El siglo XXI, con el internet, facilita difundir y acceder a información como el carácter de los famosos y celebridades de la actualidad. En los años 50 y 60, la opción habría sido una entrevista personal, pero León señala que el momento más público del modista habría sido al abrir el Estudio Pani-Izzo, para darse a conocer, pero sólo como profesional.
Guillermo León deja salir una risa cuando el reportero comenta las palabras con que el diario The Miami News describía a Tao Izzo: “a dark, moody young man”, lo que podría traducirse como “un joven misterioso y temperamental”.
El catedrático concuerda, pues comparte que lo poco que ha averiguado al respecto es que Izzo podía ser en extremo meticuloso, hasta malinterpretarse como alguien pedante, pero nos recuerda que en su área la atención al detalle es esencial.
Por otro lado, dado el carácter de María Félix, no le sorprendería que su relación con Tao Izzo fuera buena, pues él “era un hombre muy bien parecido, de mundo, con un roce social muy sofisticado”.
Otra cualidad en común que parecen haber compartido Izzo y Félix, señala León, eran los intereses esotéricos, de los que dan fe las ilustraciones en que él la retrató ataviada como reina de culturas distintas, pero con presuntos simbolismos ocultistas.
Todo este proceso de investigación, a veces más académico y a veces más personal, le ha dejado una conclusión a León: “Si algo aprendí no sólo investigando a Tao, sino a todos los demás diseñadores es: al final, todos son personas como cualquier otra”.
Desde un punto de vista humano, expresa que “los diseñadores también tienen momentos malos, tienen momentos álgidos en estas historias increíbles, que parecen hazañas, pero en realidad son personas que también se enferman, caen en la soledad, en el olvido… porque las personas se van, fallecen, migran, y van quedando de lado”.
En cambio, como educador, dice haber aprendido “que la moda es un sistema pensado en la novedad, pero no sólo de las prendas, sino también de las personas. Las personas que hoy son famosas, seguramente en veinte años no lo van a ser, a menos que seas la casa de Christian Dior, de Balenciaga”.
A pesar de la fama de los titanes de la moda, aclara que tiene dudas porque en su experiencia como profesor “les preguntas a los alumnos si saben quién fue Cristóbal Balenciaga y gran parte de ellos no te van a saber contestar […] entonces, ya no les hables de Tao Izzo o Manuel Méndez porque para ellos son completos desconocidos”.
En efecto, Tao Izzo supo ser una novedad necesaria para el público que frecuentaba su estudio: posponer una pasarela o irse de vacaciones era noticia a mediados de los años 50, pero salió de escena tan rápido como llegó.
Lo que es más, Guillermo León subraya que incluso podemos ser incapaces de decidir con qué se nos va a recordar, como le pasaba a Izzo con los batones que hacía para Lola Beltrán: se alejaban mucho de lo que le gustaba diseñar, pero ella fue una clienta leal y que le daba visibilidad.
A pesar de ello, así como es natural que el paso del tiempo se lleve los testimonios del legado de un artista que le dio a México vestidos que fusionaban el estilo de París y Nueva York, parece ser que también es natural que tarde o temprano la curiosidad impulse una investigación que registra un legado como el de Tao Izzo.
- Fuentes consultadas:
- Entrevista con Guillermo León, diseñador de moda y académico de la Universidad Iberoamericana.
- Hemeroteca y Archivo Fotográfico EL UNIVERSAL.
- [aldorojas]. “Flashback: Arturo Pani”, en Decoración Espontánea, 10 de noviembre 2014.
- “Arturo Pani”, en 1ST DIBS.
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- [Fundación MARÍA FÉLIX]. (4 de diciembre 2019). Una Diosa Inalcanzable, en Facebook.
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- [@mariafelixoficial_], Hoy en su 99 aniversario de nacimiento recordamos al gran diseñador Tao Izzo. Instagram.
- [Marielle] “How do you say ‘Parisian Elegance’ in Spanish? Antonio Cánovas del Castillo”, en Documenting Fashion: a dress History blog, 4 de julio 2017.
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- Salaskina, Masha. Romancing Yesenia: how a Mexican melodrama shaped global popular culture. University of California Press, 2024.
- [Silvia Pinal]. (9 de julio 2020). Vestido (diseño de Tao Izzo y Pani) utilizado para el retrato hecho por Diego Rivera en 1956., en Facebook.
- "Silvia Pinal: 'Diego Rivera la quería pintar desnuda, pero ella se negó', cuenta Maxine", en El Financiero, 29 de noviembre 2024.