Luisa María Alcalde, presidenta de Morena, soltó la bomba: basta de presumir lujos, viajes exóticos y fotos de vida millonaria. Que los morenistas dejen de comportarse como la élite que juraron combatir. Porque cuando se suben a un jet privado, desayunan en el Okura o se toman selfies en Tokio, el cuento de “no somos iguales” se convierte en lo único barato de la narrativa, se convierte en una carcajada.

La “percepción” de austeridad no se logra con palabras, pero sí se borra con Rolex y copas de champaña en el Mediterráneo, ¿quién les cree?

Y aunque Alcalde no dijo nombres: todos saben a quiénes le quedaba el saco. Los que pasean por Europa como si fueran estrellas de reality y después quieren pararse frente a una tarima a hablar del pueblo.

El problema es que no es sólo estética: es pudrir la congruencia política desde adentro. Antes esos viajes se pagaban con dinero público y se llamaban corrupción.

Muy bien, pero ahora, aunque salgan del bolsillo de cada quien, el daño es el mismo: destruir la credibilidad. Porque la gente ve las fotos, y lo que entiende es que los nuevos ricos del sistema tienen el mismo tufo que los viejos. De nada sirve la convocatoria morenista: ser fifí de clóset.

La política no perdona la incongruencia.

DE COLOFÓN.– Ojalá que el gobierno de la presidenta Sheinbaum no repita, como en el sexenio anterior, el capricho, la improvisación y el despilfarro en el proyecto ferroviario nacional.

Sin politiquería: los trenes, con una estrategia sólida, son una inversión que irradia beneficios durante décadas.

El lunes conoceremos los resultados de las licitaciones para dos tramos fundamentales. No se trata solo de elegir por precio: deben considerarse las experiencias positivas y negativas, evitar conflictos de interés, garantizar calidad, cumplir tiempos de entrega y atender un largo y complejo etcétera.

En el tramo Querétaro-Apaseo el Grande, Mota Engil (6,579 mdp) y Gami (9,184 mdp) se sitúan en el rango medio de ofertas —entre 6,500 y 10 mil mdp—. Ambas participaron en el Tren Maya, que terminó costando casi 500 mil mdp y acumulando cerca de 32 mil reportes de fallas. En ese rango también está la china Sinohydro —que colaboró en el Tramo 3 del Tren Maya junto a Azvi y Gami—, mientras que en cuarto lugar figura el consorcio encabezado por IDINSA, de Alejandro Alencaster, con PROACON, Jaguar y Aldesa (6,992 mdp), sin historial en ese proyecto. También sin esa experiencia compiten el consorcio González Soto–Rubau (8,526 mdp) y el liderado por Proyectos y Estudios Ferroviarios con Ticonsa, The Fuentes Corporation Mexican, Desarrolladora Oquil, Gervisor y Olsa Infraestructura (9,526 mdp).

En el tramo Saltillo-Monterrey-Nuevo Laredo hubo solo tres finalistas. Las ofertas más competitivas fueron las de Gami-Azvi (11,888 mdp) e ICA, dirigida por Guadalupe Philips (12,652 mdp), responsable del Tramo 4 del Tren Maya.

Es evidente que la SICT, bajo la dirección de Jesús Esteva, arranca con prudencia en rutas suburbanas con potencial de atraer más pasajeros, y con una planeación que busca evitar improvisaciones y sobrecostos. Que esta vez, el tren no se descarrile antes de salir de la estación.

@LuisCardenasMX

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