Siempre he comulgado con la izquierda democrática (nunca con la autoritaria), he defendido sus postulados y principios y actuado en congruencia con ellos. No obstante, nunca me he afiliado a algún partido político —y no pretendo hacerlo— aunque respeto profundamente a quienes sí militan activamente en ellos.
Sin embargo, como académico y, en su momento, como titular del INE siempre he mantenido contacto e interlocución con todas las fuerzas políticas. Prueba de ello es que he aceptado participar en múltiples eventos a los que diversos partidos me han invitado y con todos he dialogado y discutido (a veces intensamente, pero siempre con respeto) expresando mis puntos de vista.
Así ocurrió con el acto de “relanzamiento” del PAN en el que, aunque decliné asistir, acepté presentar un mensaje grabado exponiendo lo que, a mi parecer, es el mayor yerro que han cometido las oposiciones y lo que, creo, deberían hacer éstas en el futuro.
Transcribo a continuación lo que dije en ese mensaje:
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El principal error que han cometido las fuerzas políticas que hoy son oposición, particularmente las que, como el PAN, tuvieron la responsabilidad de gobernar el país, es haber menospreciado el impacto y las consecuencias que conlleva la oceánica desigualdad que cruza a México y que afecta a prácticamente todos los ámbitos de la vida de nuestra sociedad.
La falta de políticas públicas adecuadas y el lugar secundario que ocupó en la agenda política de los gobiernos que surgieron de la transición y en los programas de sus partidos, hizo que las razones estructurales que han impedido que se concrete la justicia social no se resolvieran y que ésta siga siendo, todavía hoy, la principal promesa incumplida desde la Revolución Mexicana.
El desdén por ese tema, al asumirlo equivocadamente como secundario o derivado de otros considerados más importantes y prioritarios, provocó que el sentimiento de inconformidad y malestar de amplias franjas de nuestra población con la democracia creciera y que éste fuera luego aprovechado como el sustento fundamental de la opción populista, demagógica y autoritaria que se hizo del poder.
Entender y hacer las cuentas con ese error es el punto de partida de todo lo que viene, si no se quiere volver a tropezar con la misma piedra.
Por otro lado, y viendo hacia adelante, me parece fundamental construir una agenda sobre la base de los siguientes puntos:
1. Tener un diagnóstico adecuado y objetivo de lo que nos pasó. No se trata de autoflagelarse, sino de cerrar adecuadamente un capítulo y para eso es importante tener claros los errores y los aciertos que se cometieron.
2. Lo anterior es básico para construir una agenda programática que se haga cargo de los problemas que tiene el país y de cómo resolverlos. Sin una ruta programática clara, los partidos de oposición están condenados a ser meras instancias electoreras vacías de contenido.
3. Tiene que romperse con la lógica binaria que desde el oficialismo se ha impuesto entre buenos y malos y que sólo le resulta funcional a su narrativa. Ni todo lo que ocurrió antes de 2018 es malo, ni tampoco lo es lo que ha ocurrido desde entonces. La lógica de blanco y negro sólo le es útil al autoritarismo.
4. Hay que hacer mucha pedagogía. Por ello, el discurso opositor debe reivindicar la historia de la transición que el oficialismo quiere borrar. Hay que insistir una y otra vez, reconociendo los errores cometidos, la importancia de las conquistas democráticas que las luchas sociales nos legaron e insistir, sin cansancio, en los riesgos de la regresión autoritaria que vivimos. Construir una auténtica explicación que, con objetividad, simpleza y claridad, pueda contraponerse al discurso del oficialismo es fundamental.
5. Finalmente, no hay que perder la esperanza ni cruzarse de brazos. La resignación que el oficialismo pretende de sus detractores no es opción. Con realismo y asumiendo que la tarea no es fácil, al contrario, hay que continuar luchando por rescatar a nuestra democracia. No hacerlo significaría convertirse en cómplices de la regresión que estamos viviendo.
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Seguramente mis palabras incomodaron a muchos de los asistentes, como ha ocurrido tantas otras veces. Lo siento, pero son mis convicciones. Al fin y al cabo, de eso se trata la democracia: de discutir con todos, aunque no se esté necesariamente de acuerdo.
Investigador del IIJ-UNAM. @lorenzocordovav
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