Cuando en 2018 la FIFA le asignó a Canadá, Estados Unidos (EU) y México el Mundial de 2026 de manera compartida, todo era algarabía. Nadie pensaba que, pocos años después, la estable relación de los tres integrantes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (ahora T-MEC) estuviera viviendo las dificultades que afloran: disputas comerciales, acusaciones de solapar a cárteles de drogas, amenazas de anexiones territoriales, cuestionamientos en temas migratorios y de seguridad, marchas xenofóbicas, etc. En este ambiente, digamos, “poco terso”, estamos a menos de un año de la inauguración del Mundial de América del Norte.

De entrada, hay que señalar que turistas de más de una docena de países, por prohibiciones de visado, no van a poder pisar el territorio de EU. Sólo los jugadores de países a los que se les han revocado las visas podrán asistir a las justas deportivas, y no sus aficionados.

Además, hay dudas sobre qué restricciones podrán tener las aficiones de Norteamérica con “tambores” que amenazan cierres fronterizos y reducciones de vuelos comerciales. Nadie esperaba un escenario tan complejo de EU con Canadá y México. Tampoco respecto al resto del mundo.

El ambiente de incertidumbre es tal, que la semana pasada varios medios de comunicación dijeron (y sus seguidores lo creyeron) que Canadá le quería quitar a México la inauguración del Mundial, la cual se celebrará el próximo 11 de junio. La presidenta Claudia Sheinbaum tuvo que desmentir la versión, misma que nunca tuvo sustento.

Pero tampoco nadie se esperaba que el presidente Donald Trump fuera tan aficionado al futbol (soccer): él preside el Comité organizador del Mundial para 2026, se metió al diseño de la Copa del Mundial de Clubes 2025 (hecha por la joyería Tiffany de Nueva York), bajó a la premiación del equipo Chelsea en el estadio MetLife de Nueva Jersey (lo que no estaba en el programa y ocasionó que el servicio secreto anulara los fuegos artificiales y confeti del equipo ganador por el riesgo de la pólvora en la zona donde se movería) y acompañó al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, a recibir de los cataríes la estafeta del Mundial.

Es tal la relación que Infantino y Trump han trabado que ningún jefe de Estado o figura pública internacional ha tenido la cantidad de reuniones entre ellos. Asimismo, la FIFA ha abierto oficinas en el edificio de la organización Trump en Nueva York. Nadie se imaginó, pues, que a Trump le entusiasmara tanto el balompié, ni que Infantino se volvería una de sus principales amistades. ¿En dónde deja todo ello a México?

Tanto México como Canadá quieren certeza y, sobre todo, trabajo conjunto en los temas del Mundial. Se esperan millones de turistas (tan sólo para México se calculan más de 5 millones) y aún faltan muchos temas de coordinación trinacional. Seguramente los detalles finos de logística se harán hasta que concluya el sorteo de sedes para los 48 equipos que participarán en el torneo. Este sorteo está contemplado para realizarse en diciembre, en Las Vegas, Nevada.

Hay mucho que avanzar en el inter: políticas de seguridad y migratorias, prohibiciones de drones, campañas de turismo, trato preferencial a visitantes con boletos mundialistas, etc. Pero, hasta ahora, Infantino no ha visitado a México ni a Canadá para temas del Mundial. Si bien Infantino concentró a su equipo para sacar adelante el Mundial de Clubes, es momento de empezar a ver la gran justa deportiva que viene, el Mundial de 2026.

El Mundial y el gusto de Trump por el futbol puede ayudar a los tres países a empezar un diálogo de un tema que les debe acercar, en lugar de generar fricciones, como todos los demás que tienen en la “sartén”. Pero tanto la presidenta Claudia Sheinbaum como el primer ministro Mark Carney, tienen que asumir papeles más protagónicos en la organización del evento deportivo, como lo ha hecho Trump.

Ahora, también hay un riesgo al gustarle tanto el futbol: que busque tener más partidos en EU, país que ya tiene 75% de estos. Se ve complicado un cambio de sedes, pero no imposible. De hecho, Infantino ya le grabó un video a TUDN hablando de la inauguración del Mundial en la CDMX, pero no visitar a los jefes de Estado de México y Canadá, ni a sus estadios, ha generado ruido.

Ojalá el futbol se convierta en un factor de unión entre los tres países, y no un agravio adicional. Pronto lo sabremos.

X: @JTejado

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