Mucho activismo político, militar y diplomático ha habido de Estados Unidos (EU) para América Latina.
De inicio, la relación estaba enfocada en reducir los ingresos de migrantes en situación irregular, pero con el objetivo logrado, el giro ha sido a nuevos arreglos comerciales (aranceles). Sin embargo, en los últimos días parece que ahora tiene que ver con temas de seguridad y centrar en ellos la lucha contra los cárteles de la droga, a quienes en la Unión Americana han denominado, en varios casos, Organizaciones Terroristas Extranjeras.
El caso más emblemático es Venezuela, donde se ha puesto una recompensa de 50 millones de dólares por la captura del presidente Nicolás Maduro, mientras una flota de barcos militares y 6 mil soldados se acercan a sus costas. Maduro ha respondido con una movilización de sus paramilitares y está en una narrativa pre-invasión.
Difícilmente Estados Unidos va a invadir Venezuela, pero las señales a la cúpula militar bolivariana para que deje de apoyar al presidente Maduro y al vicepresidente Diosdado Cabello son evidentes. Así, en Venezuela buscan un cambio de régimen político para que llegue el presidente reconocido internacionalmente en la elección pasada, Edmundo González, o la líder política de ese movimiento, María Corina Machado.
De igual manera, en Brasil es evidente que EU busca “tumbar” al presidente Luiz Ignácio Lula da Silva. Ahí la estrategia es comercial y le han puesto aranceles de 50% para dañar su economía. Lo que EU pretende —su gobierno ha sido abierto sobre ello— es que se deje de perseguir al expresidente Jair Bolsonaro y a su hijo, Eduardo Nantes. Alguno de ellos podría buscar la presidencia del país latinoamericano en 2026. Así, en Brasil también se busca un cambio de régimen para que lleguen políticos con ideología de derecha.
En el caso de México parece que, si bien se respeta y estima a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, el gobierno de Estados Unidos no está contento con que haya un régimen consolidado de izquierda. Cada vez más, los medios de comunicación cercanos al trumpismo y al movimiento de Make America Great Again son más críticos sobre México y lo que aquí acontece.
Claramente, buscan un cambio de régimen, pero, a diferencia de Venezuela y Brasil, donde tienen candidatos a suceder al gobierno en turno, en México no tienen “fichas”. Al menos todavía no.
Por ello será difícil, sino imposible, llegar a acuerdos permanentes en materia comercial y de seguridad con Estados Unidos.
Se tratará de tener “herramientas” para incidir en el futuro de México e ir buscando alternativas que sean más empáticas con los intereses y causas de ese país. Justo por ello, el reconocimiento que hizo ayer la fiscal general, Pam Bondi, al apoyo que la administración de Sheinbaum Pardo ha dado al combate al crimen organizado, que es muy bienvenido y oxígeno para el gobierno mexicano.
Pero los intereses son los intereses, y es evidente que EU buscará tener en toda la región gobiernos con ideologías de derecha, afines, como es el caso de Bukele en El Salvador; Javier Milei en Argentina, o alguno de quienes se disputarán la segunda ronda en Bolivia. Por ahora, el trumpismo se concentrará en mantener su férreo control en el Congreso de EU, donde hay elecciones el año entrante. Por ello, hay estrategias legales y jurídicas para cambiar los distritos electorales, pero también para avanzar en la creación e influencia de medios de derecha, incluidos los de las iglesias. Una vez que hayan afianzado su control en Estados Unidos, van a mirar para los países al sur de su frontera y buscarán avanzar gobiernos de derecha en toda la región, incluso en México.
Por ello, es de risa que Pablo Gómez esté haciendo “sesudas” propuestas en materia de “comunicación social” en la reforma electoral que está diseñando. Las nuevas tecnologías en la comunicación, la penetración de las redes sociales y el dinero de Estados Unidos van a dejar toda su regulación mediática anulada. Será interesante ver lo que pasará, pero México va a ser un lugar de intensas disputas en las elecciones de 2027 que, por cierto, serán las más grandes en nuestra historia, al juntar alcaldías, gubernaturas, diputados y elecciones judiciales. Al tiempo.
CAMBIANDO DE TEMA: Hablando de simbolismos, no deja de llamar la atención que la medalla que ahora dará el Departamento de Defensa a los militares de EU que ayuden a cuidar su frontera sur (‘Medalla de Defensa Fronteriza Mexicana’) es la misma que en 1918 se dio a los militares que invadieron Chihuahua en 1916, en búsqueda de Pancho Villa. La expedición punitiva a cargo del general John Pershing.
X: @JTejado
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