Recientemente conversé con Rafael Divino Espinoza, previo a su pelea en la Arena Potosí el próximo 15 de noviembre contra el ucraniano Arnold Keghai.
Por algún motivo que sólo Dios conoce, la entrevista tomó un curso que nunca imaginé; la charla nos llevó por los caminos de la gratitud, de la fe y de lo incomprensible, para finalmente comprobar que, en esta pelea llamada vida, todos necesitamos a Dios en nuestra esquina.
De ninguna manera estas palabras pretenden ser religiosas ni buscan imponer o sugerir creencias. Hoy quiero expresarme simplemente como un ser humano común y corriente que desea compartir una frase que me ha marcado la vida y que también ha inspirado a grandes guerreras y guerreros de talla mundial.
“Espero que Dios esté en su esquina, así como Dios está en mi esquina.”
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Esa es la frase con la que cierro el noticiero de “No Puedes Jugar Boxeo” todos los días, y debo decir que en el mundo del boxeo se ha convertido en un estandarte. Muchos peleadores y peleadoras la han adoptado, abrazándose a algo quizá intangible, pero profundamente poderoso.
Esta frase que me regaló el de arriba no sólo aplica al boxeo. También es válida para albañiles, doctores, periodistas, panaderos, dentistas, pilotos de aviación o de Fórmula 1.
En esta pelea diaria llamada vida, si dejas de tirar golpes —igual que en el ring— te paran la pelea. Y si tienes a Dios en tu esquina, seguramente cuentas con el mejor entrenador que podrías tener.
La fe en el boxeo siempre ha sido parte intrínseca del deporte de las narices chatas. Si hablamos de México, prácticamente en todos los gimnasios de barrio hay imágenes religiosas que permiten tanto al boxeador como al entrenador encomendarse a algo divino.
Recuerdo aquella célebre frase de Raúl Ratón Macías: “Todo se lo debo a mi manager y a la Virgencita de Guadalupe.”
Las celebraciones legendarias del boxeo están llenas de gestos de gran fe: peleadores mirando al cielo, persignándose, agradeciendo al creador por haber salido victoriosos.
Sin duda alguna, el boxeo y lo divino van de la mano.
Ya les decía que recientemente conversé con Rafael Divino Espinoza, campeón mundial de peso pluma de la Organización Mundial de Boxeo, y lejos de hablar de boxeo, hablamos de la gran importancia que es tener a Dios en nuestra esquina.
Insisto en llamar pelea a esta vida, porque se encuentra llena de retos y de varios momentos duros. No sólo los peleadores enfrentan varias batallas diarias. Al igual que en el boxeo, en la vida no se puede jugar con las cosas importantes.
Por eso, después de aquella profunda charla con el monarca de las 126 libras de la OMB, sentí un impulso poderoso —inexplicable— que me llevó no sólo a escribir estas líneas, sino a dejarles esta pequeña reflexión:
¿Ustedes, tienen a Dios en su esquina?
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