Hace ya un año, que entre los meses de mayo y junio el nivel del río los Hules descendió a sus niveles más drásticos, para establecer uno de los registros históricos más críticos de ese afluente.
Los Hules es la más importante fuente de abastecimiento de agua para la población que habita en el municipio de Huejutla, un pueblo que padeció también la sequía que produjo severas afectaciones en todo el país.
Ante la carencia de agua, en la cabecera de este municipio huasteco, los sistemas de bombeo trabajaron de forma irregular, al grado de haber sido apagados en diferentes ocasiones ante la falta del vital líquido; los técnicos advirtieron que al trabajar “en seco” los equipos podrían quemarse.
El problema se agudizó en múltiples colonias del centro y la periferia de Huejutla, toda vez que también se secó el río Candelaria, que igualmente alimenta del vital líquido a sus pobladores.
En Pahuatlán, la gente de la comunidad que es mayoritariamente indígena, pidió declarar estado de emergencia ante la crisis hídrica por la que atravesaban, pues el río que lleva el nombre de la comunidad también se secó.
Las lisas piedras se asomaron al fondo de ese río, mientras que en diferentes sitios aparecieron peces muertos fáciles de detectar, producto de la descomposición de los mismos.
José Pilar López Espinoza, especialista en agronomía, que hacía las veces de alcalde, tocó en la capital las puertas de distintas instituciones, para solicitar con urgencia, apoyos que permitieran sortear la falta de agua por la que atravesaba el municipio.
Por semanas, caravanas de carros cisterna fueron desplegadas desde la estación de bombeo en la Paz, ubicada en Pachuca, sede de la Comisión de Agua y Alcantarillado de Sistemas Intermunicipales (Caasim) hacia diferentes puntos de ese municipio enclavado en la Huasteca.
La desesperación de los pobladores de Huejutla, ante lo que sería la inminente llegada del día “cero”, obligó a que algunas personas excavaran pozos artesanales, tal y como este diario lo documentó en junio pasado; las capacidades del alcalde y de la alcaldía para solucionar la emergencia estaban prácticamente rebasadas.
Un año después la situación en Huejutla es diferente; a la “generosidad” climatológica que puso fin a la sequía, hubo que “inyectarle” al menos nueve millones de pesos, presupuesto municipal que se destinó para la rehabilitación del sistema de bombeo del río los Hules.
Cuatro bombas nuevas de doscientos caballos de fuerza, tres transformadores nuevos de trescientos KBA, que exigieron se tendiera el sistema eléctrico nuevo, la instalación de postes, el mejoramiento a las líneas de conducción y la rehabilitación de tanques, fueron posibles gracias a inversiones del municipio.
Y si la gestión ante el gobierno federal avanza, será un hecho la construcción de un nuevo sistema de agua que sirva a distintas comunidades indígenas de Huejutla.
Hace bien el alcalde José Alfredo San Román, en dar prioridad a lo socialmente importante, pues no se trata del “relumbrón” que sirva para el aplauso, sino de una acción vital, como lo es el acceso al agua, como un derecho humano de los pueblos.
Tianguistengo y Actopan, el Komander y los Guapayasos; políticas municipales de “pan y circo” para hidalguenses que merecen, no el desprecio de sus ediles, sino vivir mejor; A ver qué alcalde o alcaldesa siguen, a ver.
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