Edmundo Pineda

El sueño que se convirtió en pesadilla

Edmundo Pineda
17/06/2025 |00:35
Edmundo Pineda
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No menciones por favor la palabra ilegales, tampoco nos llames migrantes, al menos por ahora; Solo mientras amaina el odio que han sembrado contra nosotros; Somos hidalguenses radicados en la Unión Americana y que vivimos con miedo a ser detenidos por las redadas”.

Es la voz de Ana, que vive en el Condado de Orange en California, donde encabeza un club de hidalguenses que radican en los Estados Unidos.

En noviembre del año 2004, salió de Cuazáhautl, su comunidad natal, enclavada en la sierra Alta de Hidalgo, cercana también a la Huasteca; son ya 21 años lejos de casa.

Para conversar con Ana, (que por motivos de seguridad me pidió omitir sus apellidos), tuvieron que darse las condiciones de “menor riesgo” y hacer posible la entrevista.

Oxnard, es un extenso valle agrícola del norte de California, dice que ahí la adoptaron como su familia, cuando se fue en busca del “Sueño Americano”.

Apenas dan las 3 o 4 de la mañana, cuando las mujeres de la localidad, ya se levantaron a preparar el almuerzo que llevarán sus hijos a la guardería, luego vendrán 8 o 10 horas de duro trabajo en la pizca de fresa, el cultivo de hortalizas, de tomates o en la desplantación, tareas en las que no importa el clima, confiesa.

“El trabajo es a pleno sol o bajo la lluvia, yo me siento muy orgullosa de ellas, porque me adoptaron desde hace 21 años, pero ahora estamos en crisis y no podemos salir por el miedo a las redadas”.

No hay un dato preciso de cuantos hidalguenses radican en la Unión Americana, pues son muchos los que prefieren permanecer en el anonimato por el temor a las deportaciones.

Lo cierto, es que ellas y ellos, son generadores de una economía muy importante, que a través de las remesas han logrado que cientos de comunidades hidalguenses puedan sobrevivir.

La de Ana, es una voz que coincide con la de María Elena Valdivia, directora de la Alianza de Migrantes, que cree en la voluntad de la presidenta (Sheinbaum), pero que cuestiona el actuar en los consulados, donde la ineptitud marca a las autoridades.

La de Daén es otra historia, ahora vive en California, aunque su “cuna” está en la región Otomí-Tepehua.

Es originario de San Bartolo Tutotepec, pero radica en Tustin, una ciudad ubicada al sur de aquel estado norteamericano, considerado como la quinta potencia económica del mundo.

“Hay un gran temor por salir a trabajar, por salir a ganarse la vida, por la ferocidad del gobierno con las redadas, la policía no dimensiona si se trata de personas de la tercera edad o con alguna discapacidad física, pues el grado de violencia durante las detenciones es el mismo”, me cuenta.

Y pese a la “pesadilla”, Daén cree que en la diáspora Hidalguense hay una fuerza resiliente y que las cosas van a mejorar.

En tanto, Alberto y su familia ya están en Cienega Chica, una comunidad de Omitlán enclavada en la montaña; recién regresaron de Cincinnati, una ciudad que pertenece al estado de Ohio.

Por años trabajaron en “el otro lado”, las posibilidades de volver a migrar son inciertas, aún no saben si volverán, para ellos el sueño americano por ahora ya terminó.

SE LO PONGO POR ESCRITO

Y para evitar que ocurran más desgracias, urge modificar el PUENTE DE LA SOBERBIA, conocido también como el puente Atirantado.

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