Andrés Manuel López Obrador prometió transformar para bien este país y hoy, a nueve meses de que terminó su gobierno, sigue moviendo los hilos como si su tiempo no se acabara nunca. De sus reformas impulsadas, la mayoría se aprobaron prácticamente en automático, dejando un Congreso arrodillado y sin contrapesos; un país sin organismos autónomos, sin un Poder Judicial independiente; un INE sometido; la Guardia Nacional militarizada y una reforma electoral en puerta. Pero quiere más.
Por eso, personajes cuestionados como Hugo López-Gatell —el “zar” de la pandemia de Covid-19, que minimizó muertes, negó la utilidad del cubrebocas y despreció la evidencia científica—, y Juan Antonio Ferrer, exdirector del fallido Insabi, gozan de premios y cargos internacionales, blindados por el mismo régimen que prometió barrer la corrupción “de arriba para abajo”, pero que terminó protegiendo a los suyos.
A usted no le importa haber mentido tantas veces. La democracia no se respeta —y hoy se ve coartada con acordeones—; el huachicol sigue —más caro y sangriento que nunca—; su estrategia de seguridad no funcionó —y por ello no se mantuvo—; los asesinatos no cesan y los desaparecidos van al alza; la refinería de Dos Bocas no refina; el AIFA no termina de despegar; el salario mínimo no alcanza; la salud pública se desplomó entre desabasto criminal y negligencia; y la deuda moral con miles de familias rotas es impagable. Y la lista continúa.
Ahí está la presidenta, Claudia Sheinbaum, intentando sortear su legado de errores con poco margen de maniobra, garantizando su impunidad y cuidando que ni usted ni su círculo cercano rindan cuentas. Hoy México arrastra promesas incumplidas, obras inconclusas y miles de vidas afectadas por sus terquedades.
EX —sí, con mayúsculas— presidente: no se aferre. México necesita cerrar este ciclo de odio y polarización que usted convirtió en estrategia. Necesitamos sacudirnos a los caudillos y empezar de nuevo, con instituciones fuertes, ciudadanos críticos y un liderazgo que no viva de resentimientos ni de pasados gloriosos que nunca existieron.
Su tiempo terminó. Este país no es suyo: nos pertenece a todos los mexicanos. Ya es hora de que se vaya de verdad y permita que México avance con base en realidades, no en fantasías endebles.
Usted quería pasar a la historia: ya lo hizo, pero no como soñó. Por muchos será recordado por la división, la simulación y la traición a la esperanza.
@azucenau