El senador Gerardo Fernández Noroña no es morenista: es noroñista. Cuando le convino, simuló adoptar los lineamientos de Andrés Manuel López Obrador; hoy los desconoce, y peor aún, patea las reglas que el propio movimiento dicta para todos sus miembros.

Noroña humillador

Como senador de la República, con el poder y los recursos que su cargo le proporciona, obligó a un ciudadano a pedir disculpas públicas en el Senado el 19 de mayo de este año, tras una pelea en una sala VIP de American Express en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Un uso del poder que raya en el abuso.

Noroña acosador

Desde la tribuna en la Cámara Alta, en repetidas ocasiones ha impedido el uso de la palabra a legisladores y legisladoras, e incluso ha boicoteado discusiones sobre corrupción, crimen organizado y rendición de cuentas. Polariza, provoca y después finge ser la víctima. No lo es.

Noroña ególatra

Ha mostrado un inédito valor para enfrentarse y contradecir, no solo a la presidenta Claudia Sheinbaum, sino también a la dirigente de Morena, Luisa María Alcalde. Su protagonismo personal está por encima de la disciplina de partido, asegurando que no tiene “ninguna obligación” de ser austero, a pesar de que esa es la máxima del partido oficialista.

Noroña mentiroso

Entre sus múltiples contradicciones —incluido su repentinamente opulento estilo de vida—, el senador ha asegurado que soy propietaria de un departamento en Paseo de la Reforma con valor superior a 12 millones de pesos. Eso es falso. He vivido dignamente de mi trabajo público y lícito, y no poseo ninguna propiedad en la Ciudad de México.

Lo que detonó este nuevo embate fue la revelación del periodista Jorge García Orozco, quien informó —basado en declaraciones patrimoniales públicas— que el autoproclamado legislador austero adquirió una casa de 12 millones de pesos en Tepoztlán, Morelos. Una compra escandalosa por varias razones, primero, por la incongruencia. Todos sus discursos de austeridad —y vaya que hay muchos— se derrumban al comprar una propiedad de 1,201 metros cuadrados en uno de los pueblos mágicos más turísticos del país. Una casa que, para un trabajador con salario mínimo, significaría al menos 150 años de ahorro, y eso sin contar los intereses que conlleva cualquier hipoteca.

Noroña cobarde

Ante sus mentiras, lo reté a mostrar pruebas de sus dichos; no lo hizo. Luego lo invité a mi programa de radio para debatir sobre su casa de 12 millones y el departamento que falsamente me adjudica; no aceptó. En lugar de acudir al debate, prefirió intentar exhibirme en redes sociales con una fotografía de 2022 en el gimnasio de un edificio donde, efectivamente, viví algún tiempo, cuando trabajaba en una empresa de comunicación.

Noroña callado

El senador sigue sin responder las preguntas básicas que exige la transparencia a la que está obligado todo servidor público. Olvida que recibe un salario que pagamos los ciudadanos y, por lo tanto, debe rendir cuentas.

¿Considera que vivir en una casa de 12 millones de pesos es compatible con los principios de austeridad de la 4T?

Usted asegura que adquirió la propiedad mediante un crédito bancario: ¿cuál banco?, ¿bajo qué esquema?, ¿cuánto paga al mes y por cuánto tiempo?, ¿cuál fue el enganche y la tasa de interés? ¿Cómo piensa seguir pagando al término de su carrera política?

Preguntas elementales que se niega a responder.

Y surgen más dudas, porque apenas en 2021, en su casa en una vecindad del Centro Histórico de CdMx, declaró: “Los seis años que no fui diputado la tuve difícil y de repente dije yo: pues se pone complicado, vendo mis libros y los vendí. La primera vez en Semana Santa, ahí en una mesita puse, vendí como veintitantos mil pesos. Y yo dije: ‘no hombre, pues ya resolví’… Yo aquí seguiría viviendo, pero ya no quepo, necesito una casa, nada más que no tengo dinero. Por más que dicen tonterías de mí, no tengo para comprar nada”.

Entonces, senador Noroña, si hace cuatro años no tenía para comprar nada: ¿de dónde salieron los 12 millones de pesos?

La incongruencia de Fernández Noroña no es anecdótica: exhibe el cinismo entre el discurso y la práctica de quienes se escudan en la austeridad para ganar votos y legitimidad. Hablar de pueblo mientras se vive en la opulencia, presumir cercanía mientras se humilla a ciudadanos, exigir transparencia mientras se rehúye a responder preguntas elementales; esa es la verdadera cara de un político que, más que servidor público, se ha vuelto esclavo de su propio ego.

La 4T prometió ser distinta, pero si sus dirigentes toleran y aplauden estas contradicciones, lo que se erosiona no es solo la figura de un senador polémico, sino la credibilidad de todo un proyecto.

En política, a Noroña parece perseguirlo una extraña paradoja: Es un falso Midas pues todo lo que toca lejos de convertirse en oro lo convierte en incongruencia. Un falso toque de Midas que, en lugar de brillar, exhibe la maldición de su propia incongruencia.

@azucenau

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