A principios del siglo pasado, México comenzaba a estabilizarse como nación, por lo que, con el auge de la prensa, el surgimiento de convocatorias culturales tuvo un despunte notable. Este brote fue el acicate que tuvo EL UNIVERSAL para incorporarse a estas invitaciones. Así destacan sus llamados masivos para encontrar a “El niño robusto” o a “La mujer más bella de México”, u otros más restringidos como “El concurso de soneto”.

Con la idea de seguir consolidando este fenómeno, Rubén M. Campos, crítico musical y poeta, difundió, en su columna semanal "Entre dos lunes", del 30 de julio de 1917, la invitación para participar en “El concurso de música mexicana”. Ahí, el escritor exhortó a todos los compositores a sumarse con la premisa de hacer una “contribución patriótica al renacimiento del arte mexicano”, sin importar su sencillez, siempre y cuando fueran auténticas. Sin embargo, no esclareció diversos lineamientos como fecha límite o las categorías de las piezas, motivo que ocasionó retrasos en la selección de los triunfadores.

Debido al gran interés de los lectores, casi tres meses más tarde, el 21 de octubre, se publicó una nota aclaratoria sobre algunos puntos, entre los que resaltaron la extensión del plazo de recepción hasta el 31 de diciembre y las categorías en las que los concursantes podían inscribirse: composiciones de dominio público no armonizadas; melodías populares armonizadas por el remitente y obras originales. También se asentó que el género de la canción podía ser danza, corrido o jarabe. Asimismo, se informó sobre la designación del jurado, conformado por el mismo Campos, Gustavo E. Campa y Manuel M. Ponce. Además se incluyeron ejemplos de partituras para ilustrar las cualidades que debían tener todos los temas.

A inicios de 1918 se indicó que se habían recibido 143 propuestas, integradas por tres orquestales, nueve bailables, 10 melodías, 60 danzas y 61 canciones. El 5 de febrero se adelantó un primer informe sobre los resultados y se advirtió que para el siguiente número se sabrían los ganadores, no obstante, no fue sino hasta un mes después, el 8 de marzo, que se comunicó a los lectores que los jueces tenían ya un veredicto, el cual se dio a conocer el 31 de marzo.

Las composiciones originales ganadoras fueron, en primer lugar, “La canción mixteca” de José López Alavez; en segundo, “Un sueño fue...” de Francisco Aguirre del Pino —primo de Agustín Lara—; y, en tercero, la danza “Mi jacalita” de Heriberto López. Por otra parte, las letras populares armonizadas fueron, en el mismo orden, “Decepción” de M. F. Ramos; “Olvida que me amaste” de Francisco Domínguez; y “Desde que te vi venir” de Guillermo Ramos. En primera instancia, únicamente Alavez, Aguirre y López merecieron una recompensa económica de 100 pesos cada uno, mientras que los del segundo grupo no obtuvieron dicho estimulo, sin embargo, la casa “De la Peña Gil, Hermanos” aportó de forma extraordinaria compensaciones para ellos.

De todas estas piezas, “La canción mixteca” es la única que ha perdurado a lo largo del tiempo, tanto así que fue elevada a la categoría de himno del municipio de Huajuapan de León, lugar de nacimiento del autor, aunque la versión premiada es sólo la melodía, la letra fue agregada luego de algunos años. Gracias al entusiasmo de EL UNIVERSAL por incentivar las artes y a los grandes músicos de la época, se despertó en la población una preocupación por la propia identidad cultural, la cual se refleja en estas melodías.

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