A veces el cambio no se anuncia con fuegos artificiales, sino con acciones reales, acuerdos, sesiones virtuales, nuevas leyes y reglas, el pasado 16 de mayo se instaló en nuestro país el Consejo del Sistema Nacional de Acceso a la Información Pública, un paso trascendental en el nuevo modelo de transparencia que se impulsa desde el gobierno federal, pero que vive y respira en cada Estado, en cada municipio, y sobre todo, en la confianza que el pueblo tiene en sus instituciones, desde las Contralorías del país de forma fuerte y clara se respalda el nuevo modelo, se asume con seriedad y se hace valer con todo su peso, porque cuando el acceso a la información se garantiza de verdad, el pueblo tiene el poder.

Este nuevo Consejo es el órgano máximo encargado de velar por el cumplimiento del derecho constitucional a saber, está integrado por la Secretaría Anticorrupción y de Buen Gobierno, encabezada por Raquel Buenrostro, por todos los gobernadores, por todas las contralorías estatales y por autoridades técnicas como el Archivo General de la Nación, Tanivet Ramos Reyes es la Titular de la Transparencia del Pueblo, figura que encarna el nuevo rostro de este esfuerzo, más cercano, más firme, más de la gente.

Desde fuera podría parecer que es otro órgano más en el mar de estructuras gubernamentales, pero este nuevo sistema no nace de la nada ni es cosmético, surge como respuesta a una demanda real, la de garantizar un acceso a la información que no se quede atrapado en procesos burocráticos, que no dependa del humor político de nadie y que llegue parejo, sin distingos, a cada persona que lo solicite, con este nuevo modelo, se asume una política de Estado, algo que se mantenga, se fortalezca y se legitime sin importar quién esté al frente.

¿Y qué papel juegan los estados? Aquí es donde el asunto se pone bueno, cada entidad federativa debe echar a andar su propio Subsistema de Transparencia, nada de dejarle todo a la federación, les toca organización, compromiso y resultados, en Hidalgo, con un gobernador de acción se construyeron tres edificios, ya conocidos como los tres pasteles, para que juntas las instituciones de control, transparencia, anticorrupción y buen gobierno trabajen juntas con visión clara, con un comité interinstitucional, que permita capacitar a las y los servidores públicos en materia de archivos, simplificación administrativa, derechos humanos, participación ciudadana y herramientas digitales, así como garantizar que los municipios, órganos autónomos y cualquier dependencia cumpla con sus obligaciones de transparencia; aquí no hay pretextos ni simulación.

A partir del 1 de junio, la función de Transparencia se incorpora formalmente a los trabajos de la Contraloría, y desde el 1 de julio, se consolida como una sola fuerza institucional; esto es un mensaje claro de que en Hidalgo se construyen soluciones reales.

Ojo: esto no sería posible sin un actor fundamental que por años fue relegado en este tema, pero que hoy cobra protagonismo, me refiero a las contralorías estatales y municipales, a diferencia de los antiguos institutos de transparencia, que muchas veces tenían funciones limitadas, los Órganos de Control, esas policías administrativas, sí tienen dientes; investigan, revisan, exigen y, cuando se necesita, sancionan, pero también acompañan, orientan, capacitan y construyen, son una bisagra entre el gobierno y la gente y en este nuevo sistema, esa bisagra ya no va a estar oxidada, se va a mover con fuerza.

La nueva Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública deja claro que este derecho no es solo para unos cuantos que saben navegar portales complicados, ahora se reconoce la obligación del Estado de generar condiciones de accesibilidad reales para todas las personas, especialmente para quienes están en situación de vulnerabilidad: pueblos originarios, personas con discapacidad, adultos mayores, mujeres en zonas rurales, juventudes excluidas, ya no basta con decir que la información está en línea, hay que asegurarse que se entienda, se use y exija por quienes más la necesitan; y eso no se resuelve con normas nada más, se resuelve con voluntad política, coordinación territorial y presencia institucional.

Por eso este nuevo sistema también se apoya en la digitalización, en la conservación de archivos, en el uso de datos abiertos y en la evaluación permanente, se van a medir los avances, se va a comparar el desempeño entre sujetos obligados y se van a corregir desviaciones, porque como dice el dicho, “lo que no se mide no se mejora”, pero lo más importante: se va a fomentar la participación ciudadana, el acceso a la información no tiene sentido si no va acompañado del derecho a opinar, a vigilar, a denunciar, a proponer, el pueblo no solo quiere saber, quiere incidir.

Este momento también implica una transición, se cierra el ciclo del INAI y se abre una nueva etapa con las contraloría y con “Transparencia para el Pueblo”, una figura que asume sus funciones, pero con un enfoque distinto: más combativo contra la opacidad, más enfocado en la justicia social, menos burocrático y más efectivo, lo que viene no será sencillo, habrá resistencia, inercias, dudas, pero Hidalgo esta listo para dar el ejemplo, es en serio una súper contraloría con personal capacitado, instalaciones nuevas y tecnificadas, amalgamadas con transparencia y el sistema anticorrupción tendrá la oportunidad de oro para recuperar la confianza ciudadana y demostrar que los gobiernos son aliados, no obstáculos.

El barrio me respalda porque sabe que escribimos claro, aquí en el Estado de Hidalgo, con Julio Menchaca, no se maquillan cifras ni se inflan indicadores, por eso su alto índice de aceptación popular, quiere que la gente tenga acceso real a la información, que pregunte sin miedo, que reciba respuestas claras y que sepa que hay una institución de su lado para defender su derecho a saber, trabaja de la mano con los municipios, con las comunidades, con las organizaciones sociales; forma redes locales de vigilancia y capacitación; y es firme en aplicar el derecho con quienes pretendan esconder información o burlarse del sistema.

Porque esto no es un favor, es un derecho; y como tal, se protege, el nuevo Sistema Nacional no es perfecto, pero es una base sólida para construir algo grande, con dientes, infraestructura, datos, con convicción y con un profundo respeto por el pueblo; así que que no quepa duda: estamos listos y si el barrio respalda, no hay opacidad que aguante.

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