Álvaro Bardales

En Hidalgo, el desorden tenía dueños: Ahora tiene un enemigo

Que nadie se confunda: no señalo profesiones, sindicatos ni colores; señalo prácticas, abusos, ilegalidades, y cada una de ellas tiene documentos, auditorías y pruebas.

Álvaro Bardales
28/11/2025 |00:24
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Durante años, en Hidalgo hubo un pacto silencioso: todos sabían dónde estaban los abusos, pero nadie los tocaba, las obras se inauguraban aunque se cayeran,los expedientes se archivaban aunque ardieran, y los sueldos dobles se cobraban con la tranquilidad de quien cree que nadie lo va a cuestionar.

Ese pacto se acabó y se acabó porque alguien tenía que romperlo, la glosa no fue un acto protocolario, fue una sacudida; expuse algo que muchos preferían tener oculto: Que en Hidalgo hubo obras mal hechas, contratos inflados, dobles jornadas imposibles, recursos desviados y silencios comprados.

Eso no es opinión, son son hechos y los hechos son tercos: sobreviven incluso a los discursos más pulidos, hoy me acusan de “duro”, “frontal” y “soberbio”, curioso: durante décadas nadie llamó soberbio a quien autorizó la impunidad, nadie llamó frontal a quien cerró los ojos, nadie llamó duro al que se rindió.

Ahora que la Contraloría revisa, denuncia y exige cuentas,

ahora sí aparecen los delicados, pero lo digo para todo el país, sin rodeos: Hidalgo no se incendia porque exijo cuentas; es porque por primera vez alguien las está exigiendo y eso incomoda a quienes vivían del desorden.

Hay quienes quieren reducir mis declaraciones a un pleito político, es normal cuando no pueden negar los hechos, intentan desviar la atención hacia el mensajero, pero yo no compito por aplausos ni por simpatías, lo hago contra una maquinaria que durante años se alimentó del presupuesto público sin vergüenza y sin castigo.

¿Duele que lo diga? Claro que duele, la verdad siempre lastima a quien se benefició de la mentira.

Que nadie se confunda, no señalo profesiones, sindicatos ni colores, señalo prácticas, abusos, ilegalidades y cada una de ellas tiene documentos, auditorías y pruebas.

En este país normalizamos algo peligroso: el que denuncia es el problema, no el que roba; el que exige cuentas es el agresivo, no el que las evade; el que revisa es el soberbio,no el que abusó.

Yo no voy a participar en esa farsa, mi obligación no es aflojar, es apretar, no es conciliar con la corrupción, es enfrentarla, no maquillar cifras, es decir lo que dicen los expedientes tal cual están.

Y lo repito a nivel nacional, para quien quiera escucharlo y para quien prefiera ignorarlo: en Hidalgo, ordenar no solo es difícil… es peligroso, implica tocar intereses y despertar enemigos.

Pero prefiero enemigos por hacer mi trabajo, que amigos por traicionar a la gente, no vine a administrar la inercia, vine a romperla y quien tenga miedo a la verdad, que se aparte del camino.

Esto apenas comienza...

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