Se llevaron a cabo los informes municipales en la Huasteca hidalguense un encuentro con raíz, memoria y esperanza de nuestra tierra, cada municipio recuerda que Hidalgo es un mosaico de voces, tradiciones y paisajes que se entrelazan para contarnos quiénes somos y hacia dónde vamos.
Estar presente en su primer informe de actividades, es un ejercicio democrático que fortalece la transparencia, la rendición de cuentas y la confianza ciudadana; a los integrantes de la Asamblea Municipal les compartí una convicción que nos guía desde el primer día de la administración estatal: cada acción, cada decisión y cada peso del presupuesto debe tener como destino el bienestar hidalguense, gobernar es responder al pueblo con resultados tangibles.
En Xochiatipan, la flor del agua florece con fuerza y color, en Huazalingo donde la memoria de la sierra resguarda la herencia de los pueblos originarios; San Felipe, la perla de la Huasteca, muestra cómo el arroz germina bajo el sol que abraza la tierra y el calor de su gente, la vegetación que impera, y la voz angelical del coro infantil en legua indígena convirtió la rendición de cuentas en acato de orgullo y memoria.
La jornada de informes municipales se distinguió por el orden, la tranquilidad y la paz social, doce municipios rindieron cuentas a la ciudadanía en un ambiente de respeto, lo que marca un precedente importante para la vida pública de la región, si algo hay que destacar es la ausencia de inconformidades y la apertura al diálogo.
Seguimos nuestro andar a Huautla, tierra de águilas, donde la naturaleza y las tradiciones se mantienen invencibles frente al paso del tiempo, también hogar de mujeres de trabajo incansable y compromiso profundo, y donde, al caminar por sus calles, el visitante descubre la generosidad sencilla de su gente en la fruta fresca que ofrece con una sonrisa.
Sin rajarnos en la ruta, llegamos a Yahualica, rodeada de montañas y cultura, refleja en la calidez de su gente el espíritu de la región; no pesaron los partidos políticos ni sus colores, fue lo colorido de las flores que adornaban a los invitados, a los trajes y bordados que dan identidad y sentido de pertenencia.
En cada evento sin importar la distancia, estuvieron más de cinco presidentes municipales en funciones, exalcaldes y diversas autoridades que hicieron un alto en sus agendas para acompañarse, cobijarse, reconocer y valorar el esfuerzo que implica trabajar desde la trinchera más observada y juzgada: la presidencia municipal, ese gesto de unidad, solidaridad y voluntad de hacer equipo deja claro que, cuando hay compromiso con la gente, las diferencias se hacen a un lado y prevalece el bien común.
Con el ánimo encendido en Jaltocán, donde dialogan arena y río, la esperanza se siembra con raíces profundas, las manos artesanas del pueblo transforman los hilos en textiles que cuentan historias y dan vida a máscaras icónicas, sello inconfundible de su identidad y orgullo.
En cada uno de los encuentros municipales quedó clara la fuerza de la unidad: asambleas y equipos de trabajo coincidieron en que colaborar es la mejor herramienta para fortalecer el bienestar colectivo, el ejemplo lo da el gobernador Julio Menchaca, Hidalgo deja atrás décadas de rezago y simulación para avanzar con rumbo firme, con la certeza de que la verdadera transformación solo se logra cuando pueblo y gobierno caminan hombro con hombro.
Entre neblina y topes llegamos a Tlanchinol, con su memoria ancestral convertida en llama encendida, vibra en cada río y montaña, al igual que Lolotla, la piedra rodeada de hilo, que enlaza tierra y cielo en un paisaje de esencia antigua.
Allá en Calnali, la casa al otro lado, cada río es un espejo del tiempo y cada montaña guarda secretos; la gente celebra la vida con respeto por la tierra y amor por sus raíces, la historia y la dignidad de los pueblos indígenas se enlazan con la esperanza de un futuro mejor, así lo demostraron con cada uno de los bastones de mando que la gente sostuvo con mano firme.
Por que el Pueblo sabe reconocer a quien bien trabaja, ese compromiso se refleja en hechos, este año se destinó un monto histórico para la educación: más del 46% del presupuesto estatal, es decir, 32,500 millones de pesos, porque el verdadero desarrollo empieza en las aulas; se triplicó la inversión en programas sociales, pasando de 1,100 a 3,300 millones de pesos para que más hidalguenses reciban apoyos directos, sin intermediarios; en paralelo, se rehabilitaron caminos, hospitales, escuelas, espacios públicos y redes de infraestructura hídrica, con obras en los 84 municipios, más que cifras, son historias reales, mejores condiciones de vida que demuestran que una transformación que se construye con trabajo, compromiso y cercanía con la gente.
En Eloxochitlán, el lugar de la flor del elote, la mazorca y la fe florecen entre montañas, y en Huejutla, corazón de la Huasteca, el huapango y el Xantolo nos recuerdan que la vida y la muerte son parte de una misma celebración y que decir de Atlapexco, la balsa sobre el agua, enseña a navegar entre tradición y presente, reflejo del pueblo, de la gente que entre calle y calle te da la confianza y te acompaña de corazón durante tu camino.
Recorrer la Huasteca es recordar que Hidalgo tiene corazón, voz y memoria, donde la sierra se vuelve canto, donde el río se convierte en espejo y donde el Xantolo ilumina las noches, late un mensaje claro, los pueblos indígenas y campesinos unidos son la raíz de nuestra fuerza colectiva.
Raíz que debemos honrar con cercanía, con trabajo que sirva a la gente y con políticas justas que mantengan viva la esperanza, la gente camina con la fuerza de la tierra y la memoria de sus ancestros, con manos que siembran vida y tradiciones, con corazones que guardan orgullo por su cultura y su historia.
La Huasteca unida nos recuerda que, mientras caminemos juntos, el corazón de Hidalgo seguirá latiendo fuerte.
¡Que vivan los pueblos huastecos unidos!
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