El día Mundial de los Calcetines Perdidos 9 de mayo, es porque en la casa siempre falta un calcetín, un día tienes el par completo, al siguiente, sólo uno sobrevive, huérfano, sin propósito, como si los dioses de la lavandería se divirtieran jugando a las escondidas con nuestras prendas; dicen que la lavadora se los traga, mentira, esa no es la verdad, hay quien asegura que los calcetines desaparecen como lo hacen algunas verdades en los pasillos del poder: sin rastro, sin aviso y sin consecuencias.
Y es que toda persona en este mundo, alguna vez, perdió un calcetín, blancos, negros, con dibujos de aguacates o llamas de fuego, da igual, siempre se va uno, nunca los dos, hay quienes juran que esos calcetines rebeldes no desaparecen, sino que mutan, camuflados como ligas para el cabello o como ese clip que jamás compraste pero apareció en tu escritorio, otros más poéticos creen que viven una nueva vida secreta, se convierten en títeres, en fundas para gafas, o en colgantes navideños por órdenes de un rey ficticio que se alimenta de la tristeza de los pares incompletos.
Pero entre tanta teoría, fábula y metáfora, uno no puede evitar pensar: ¿y si en el fondo no hablamos sólo de calcetines?.
Porque, como dice el dicho: “pierdo más veces la cordura que los calcetines”, pero al menos con los calcetines me doy cuenta, lo grave viene cuando pierdes algo más importante y ni siquiera lo notas, como cuando el Poder Judicial de una nación pierde el calcetín de la honestidad, y se queda sólo con el de la eficiencia, ahí no hablamos de ropa interior, hablamos de justicia, hablamos de país.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación que debería ser el par perfecto de imparcialidad y rectitud hoy camina coja, se le perdió la integridad, función, sí, es eficiente, sí, pero una institución sin ética, aunque sea ágil, es como ese calcetín que huele bien pero no sirve porque ya está solo, y peor aún si empieza a oler mal.
Por eso es tan importante lo que se avecina el próximo 1° de junio: la oportunidad de emparejar de nuevo ese par que ya muchos daban por perdido, en esta elección histórica, el pueblo por fin tendrá voz para decidir quiénes deben integrar la Corte, y no, no es un invento populista ni una ocurrencia tropical, es democracia pura, es corregir un sistema que durante décadas permitió que los jueces fueran elegidos por pactos políticos, familiares, amiguismos y cuotas de poder, hoy se propone que ese poder venga del pueblo, que las y los jueces tengan capacidad técnica y honestidad, que no se pierda con la primera sacudida del poder.
Durante décadas, el sistema judicial mexicano operó como un par de calcetines desparejado: se quedó con el calcetín de la eficiencia ese que trabaja rápido, que resuelve, que produce pero perdió el de la honestidad, y sin honestidad, la eficiencia puede ser incluso peligrosa; porque un juez eficiente pero corrupto puede ser veloz… sí, pero para favorecer a intereses oscuros, y un juez honesto pero inepto, por más buenas intenciones que tenga, simplemente no puede garantizar justicia.
Lo grave es que cuando se pierde uno de los dos elementos honestidad o capacidad tendemos a desechar al que queda, tal como hacemos con el calcetín solitario, lo mandamos a la basura, pero, ¿qué tal si el que se quedó era el bueno? ¿y si el otro aparece más tarde, tras una revisión profunda del cesto o debajo de la cama? lo mismo ocurre con el Poder Judicial: a veces hay elementos que vale la pena conservar, mientras se corrige el sistema para volver a emparejarlos con perfiles adecuados.
La elección de junio representa la oportunidad de buscar el calcetín perdido, no el que nos acomode por interés o por ideología, el que empareje el binomio esencial de cualquier juez: honestidad y capacidad, se trata de una elección histórica, por primera vez el pueblo podrá decidir quién integra el máximo tribunal del país y podemos sentar las bases de un nuevo sistema judicial donde ya no falte una parte del par.
Hoy, el pueblo tiene el poder de revisar el cajón, de sacar los calcetines revueltos y ver con lupa cuáles valen la pena y cuáles hay que reemplazar, porque la justicia se construye con ciudadanos conscientes que entienden que un juez no debe ser solo brillante en la técnica, también incorruptible en su ética.
Recuperar el calcetín perdido es posible, y el 1º de junio, con nuestro voto, podemos lavar a fondo el sistema y encontrar al fin ese par que tanto nos ha hecho falta: jueces que sean eficientes y honestos, solo así dejará de oler mal, así que el próximo 1° de junio busquemos justicia; busquemos el par perdido, que México vuelva a caminar parejo, que la Corte vuelva a hacer juego, que el pueblo se calce de dignidad y de conciencia, porque sí, es verdad: todos estamos condenados a perder un calcetín… pero no estamos condenados a perder la justicia.
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