El 27 de mayo, se cumplieron diez años de la reforma constitucional que dio origen al Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), este aniversario invita a una profunda reflexión sobre los logros pendientes y desafíos del sistema en la lucha contra la corrupción en México.
El evento conmemorativo nacional no fue una celebración triunfalista, se tituló "Sistema Nacional Anticorrupción a Diez Años de su Reforma Constitucional: Retos y Perspectivas"; en el panel "Hacia un nuevo pacto anticorrupción nacional", se compartieron diagnósticos, propuestas y frases que sacudieron conciencias más allá del foro, una de las ideas centrales fue clara: la corrupción no es un asunto meramente administrativo, es un crimen económico, una amenaza estratégica y, como señaló Giovanni Tartaglia, "el robo del futuro", pues sin corrupción, el crimen organizado simplemente no opera.
Raquel Buenrostro lo dijo claro: el SNA se pensó para unir esfuerzos y coordinar instituciones, o se refuerza para cumplir su función o se convierte en un recuerdo institucional más, la falta de coordinación entre los tres niveles de gobierno y entre las propias instituciones paraliza al sistema, si la voluntad política brilla por su ausencia, eso contamina todo intento de avance.
David Colmenares, Auditor Superior de la Federación, recordó que el sistema nació con un enfoque preventivo, no punitivo, pero en la práctica, se burocratizo, y lo poco que se discute gira en torno a sanciones que rara vez llegan, las fiscalías anticorrupción no muestran resultados contundentes, y las estructuras creadas para combatir la corrupción no responden con eficacia.
En todo el país, los sistemas estatales anticorrupción son un galimatías, carecen de auténtica participación ciudadana, enfrentan la resistencia de autoridades locales, y operan con personal insuficientemente capacitado, en muchos estados no se integran comités de participación ciudadana con personas de reconocida probidad y prestigio, no se logra coordinar eficazmente a las fiscalías, auditorías y contralorías, ni se fomenta un trabajo colectivo sostenido en el combate a la corrupción, la transparencia y la prevención son tareas pendientes, y aunque ya pasó una década de la creación del SNA, lo que más resalta es que hay mucho por hacer, un ejemplo claro es la Plataforma Digital Nacional, que debería ser la columna vertebral del sistema, pero que hasta ahora no funciona al 100%.
La Plataforma Digital Nacional, se convirtió en un repositorio de documentos en lugar de una herramienta dinámica para la detección y prevención de actos de corrupción, mientras que el Mercado Digital Anticorrupción (MDA), diseñado para compartir herramientas digitales que fomenten la innovación tecnológica y promuevan la transparencia, requiere una mayor adopción por parte de las instituciones públicas.
Se pusieron sobre la mesa propuestas puntuales para una nueva etapa del pacto nacional anticorrupción: una participación activa y vinculante de la sociedad civil; instituciones autónomas del poder político en turno, con capacidades reales; un enfoque interseccional que reconozca las desigualdades estructurales; y un sistema verdaderamente articulado entre lo nacional y lo estatal, que no reproduzca el centralismo sino que lo combata, promover el uso de tecnologías para prevenir y detectar actos de corrupción; la implementación de la Política Nacional Anticorrupción (PNA) y su Programa de Implementación (PI-PNA) son pasos clave en esta dirección.
El gobierno manifiesta su compromiso de fortalecer el SNA y revitalizar su funcionamiento, la presidenta Claudia Sheinbaum propone elevar los castigos a los delitos de corrupción a violaciones de derechos humanos, establecer así el derecho a vivir en un entorno libre de corrupción, busca abordar la corrupción de manera preventiva y punitiva, recuperar recursos mal utilizados y contar con una política anticorrupción uniforme en todo el país.
Además, se anunció que la Secretaría Anticorrupción y de Buen Gobierno, asumió las funciones del extinto Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), este nuevo con el objetivo de garantizar la transparencia y combatir la corrupción de manera más efectiva, consolida las responsabilidades.
La gente quiere resultados, no rollos, no basta con criticar, hay que proponer, construir, aplicar, por que no se puede gobernar sin autoridad moral, y no hay autoridad moral sino se combate la corrupción de frente, y eso debe ser el futuro del SNA: menos discurso y más acción, menos papel y más resultados, menos simulación y más transparencia con los pies en la tierra; como decimos en el barrio: lo que no funciona, se arregla; y lo que no sirve, se cambia.
En varios estados del país, se debe apostar por comités de contraloría social fuertes, capacitados, vigilantes, trabajar con los municipios, con las contralorías internas, con el laboratorio de calidad, con las universidades, porque si no hay coordinación entre los tres niveles de gobierno, pues se construye; porque si no hay lineamientos claros desde el centro, se generan; porque no hay que soñar, hay que trabajar.
Los paneles del evento dejaron claro que el problema no es falta de diagnóstico, que la corrupción distorsiona la toma de decisiones al más alto nivel, reduce la cooperación internacional, eleva los costos de los servicios y desalienta la inversión, sabemos que genera frustración entre los jóvenes, que optan por migrar, la corrupción es ilegal e inmoral, es un crimen contra la humanidad; y, si la corrupción es el facilitador clave del crimen organizado, entonces combatirla no es opción, es obligación moral y estratégica, hay que formar ciudadanía y motivar desde la ética pública.
El décimo aniversario del Sistema Nacional Anticorrupción es motivo de evaluación, si se sacude la flojera institucional, si se inyecta voluntad y se pone a trabajar en serio, todavía puede cumplir lo que prometió: erradicar la corrupción de raíz, con inteligencia, con honestidad y con el respaldo del pueblo.
Y en eso estamos, si algo tenemos claro es que prevenir siempre será más efectivo y más barato que castigar, como decía Juárez: el respeto al derecho ajeno es la paz… pero también es justicia, también es transparencia, también es rendición de cuentas; y eso es lo que el pueblo merece.
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