Bajo la sombra de los árboles del Jardín La Floresta, el aroma a frutas frescas y la alegría de los visitantes se mezclan con un sabor que ha acompañado a varias generaciones: la nieve artesanal de don Enrique González Rojas.

Con una sonrisa que refleja décadas de trabajo y orgullo, don Enrique recuerda que su historia comenzó en 1990, cuando su padre decidió convertir la venta de nieve en el sustento de la familia. Lo que empezó como un pequeño puesto se ha transformado en un legado que hoy ya recorre su tercera generación.

Nieve artesanal: el legado que endulza Tulancingo | Foto: Grisel Lira
Nieve artesanal: el legado que endulza Tulancingo | Foto: Grisel Lira

En la temporada de calor, la actividad es intensa. “Podemos llegar a producir hasta 300 litros de nieve en un solo día”, cuenta mientras sirve con esmero una porción de sabores que parecen infinitos: al menos 50, desde los clásicos limón y vainilla, hasta combinaciones con frutas de temporada.

La elaboración es completamente artesanal, cuidando cada detalle para mantener la esencia de lo hecho en casa. Sus insumos los compra en la Central de Abastos y a productores locales que cultivan frutas de calidad. “Así no solo garantizamos un sabor auténtico, también apoyamos a una economía que genera empleos”, afirma.

Nieve artesanal: el legado que endulza Tulancingo | Foto: Grisel Lira
Nieve artesanal: el legado que endulza Tulancingo | Foto: Grisel Lira

La compra de nieve en La Floresta es más que un simple antojo: es una tradición. Grandes y chicos han hecho de sentarse en una banca del centro, con una nieve en mano, un ritual que acompaña risas, conversaciones y recuerdos.

Don Enrique agradece a cada visitante que se detiene a probar sus nieves. “Gracias por confiar en nuestro trabajo y por mantener viva una tradición que es parte del corazón de Tulancingo”, dice con orgullo.

Te puede interesar:

Google News

TEMAS RELACIONADOS