Como una explosión, así relata Luis Ramón Tolentino el ruido que se escuchó por el derrumbe en Santa Inés, una de las comunidades de Huehuetla afectadas por la depresión tropical 90-E.
A unos kilómetros de ahí, en Tenango de Doria su hija quedó incomunicada sin saber de su familia, pero tras varias horas de caminar, pudo reencontrarse con ellos.
En el comedor comunitario de la cabecera municipal de Huehuetla, el adulto mayor recordó que estaba solo en su casa la noche del jueves 9 y madrugada del 10 de octubre cuando ocurrieron los derrumbes y se desbordó el río.
Leticia Ramón Aquino, su hija, es maestra de preescolar indígena en la localidad El Aguacate en Tenango de Doria, y ambos relatan que la gente salió corriendo porque pensaron que se iba a tapar toda la comunidad ya que el derrumbe fue como una explosión enorme.
“Salieron de la comunidad como pudieron, porque sí fue muy impresionante el derrumbe, incluso ahorita sigue feo. Tuvimos la oportunidad de ir a mi casa y ver todo tirado, la verdad nos dio mucha tristeza porque todo nuestro esfuerzo se perdió de un momento a otro”, expresaron.
Leticia estaba en Tenango donde labora, y comentó que junto con otras personas quedaron atrapadas porque también ahí ocurrieron derrumbes, los cuales tiraron puentes y colapsaron caminos y carreteras.
“Cuando me enteré del derrumbe que sucedió en mi comunidad sí me puse muy mal, no sabía si mi familia había salido. El viernes me levanté a las 6 de la mañana, caminando llegué a la cabecera Tenango y me trasladé para acá (Huehuetla) como pude, gracias a Dios se salvaron todos”, recordó.
La casa de su papá, de su hermano y de ella fueron pérdida total, y ya les aplicaron el Censo del Bienestar para recibir apoyo del gobierno federal, además que recibieron despensas y algo de ropa. Mencionaron que les va a costar levantarse otra vez, pero lo importante es que están con vida.
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