Ya huele a Xantolo” es una frase que se escucha entre las familias en vísperas de la fiesta más grande de la Huasteca hidalguense, una celebración que ha trascendido como referencia cultural a nivel nacional e internacional. Se trata de una tradición que se vive en el hogar, donde cada familia espera el regreso simbólico de sus seres queridos.

El Xantolo es una de las festividades más arraigadas en Huejutla y comenzó el 29 de septiembre con la colocación de la primera ofrenda en diversas comunidades de la región.

De acuerdo con las creencias indígenas de la Huasteca, el 29 de septiembre, Día de San Miguel Arcángel, marca el inicio del retorno de las almas a la tierra desde el cementerio. Ese día se realiza la primera ofrenda compuesta principalmente por tamales y café, que muchas familias preparan con la ilusión de recibir a sus difuntos.

Foto: Francisco Bautista
Foto: Francisco Bautista

La tradición continúa el 18 de octubre, Día de San Lucas, con la segunda ofrenda. En esta fecha se corta plátano verde para que madure antes de la llegada principal de las almas. También se muele cacao para preparar chocolate, bebida que se coloca en los altares como parte del recibimiento a quienes “vienen en camino”.

Posteriormente, el 29 de octubre se lleva a cabo el corte de la flor de cempasúchil y mano de león. Esta fecha se conoce como el Día de la Flor. Puede variar debido a la instalación del tianguis dominical, conocido como “domingo grande”, cuando las familias adquieren frutas y artículos básicos para los altares. Ese mismo día se elaboran arcos y se preparan tamales para recibir a las primeras almas.

Foto: Francisco Bautista
Foto: Francisco Bautista

Los altares son adornados con flores de cempasúchil y manteles bordados. Sobre ellos se colocan velas, alimentos, bebidas e imágenes religiosas. Los arcos se construyen con varas de sauce, carrizo o caña y se decoran con flores y frutas como plátano, naranja, caña y lima.

El 31 de octubre se ofrendan alimentos para los espíritus de los niños, principalmente chocolate y pan, además de velas y copal, considerado un medio que facilita el tránsito de las almas. Para esta fecha, el chocolate es un elemento esencial.

El 1 de noviembre los niños difuntos “disfrutan” de su altar, mientras que las campanas anuncian su llegada. El 2 de noviembre, desde temprana hora, las familias esperan a los adultos fallecidos, a quienes reciben con mole de guajolote, pollo, aguardiente, cigarros y tamales, entre otros alimentos de su gusto en vida.

Foto: Francisco Bautista
Foto: Francisco Bautista

Por la tarde del 2 de noviembre se realiza la despedida de los difuntos, conocida como tlarnacualistli. Las familias reparten parte de la ofrenda entre vecinos y visitantes, principalmente tamales y tablillas de chocolate.

También se acostumbra llevar la ofrenda del arco con flores y comida al panteón, donde se coloca durante algunos minutos en cada tumba familiar. Al concluir el ritual, los alimentos se comparten al ritmo del huapango, entre cohetes, velas encendidas y la danza de los Coles o Viejos. Con el regreso a casa culmina la celebración, que se repetirá al siguiente año para propiciar el encuentro simbólico entre vivos y muertos en la Huasteca.

El Xantolo es una tradición ancestral que permanece viva en las familias huastecas y que se transmite de generación en generación como un vínculo con los antepasados.

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