Acrílicos, pinceles y rodillos fueron los instrumentos con los que dieron vida a los accesos de la feria de Tulancingo. El trabajo, que duró casi siete semanas, se materializó en dos murales visibles para todo el público.
Pasar de la idea al acto creativo es una habilidad que no solo expresa emociones; también implica investigación, conocimiento cultural e histórico y decenas de referencias visuales. Así lo han demostrado Carmina Orta Godínez y Katya Gabriela Zermeño en este proyecto.

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En entrevista, Carmina Orta detalló que los murales tienen una extensión de 332.20 y 125.60 metros cuadrados, respectivamente, y requirieron en conjunto un promedio de 120 litros de pintura.
Señaló que este es su primer proyecto en Tulancingo, y para llevarlo a cabo se realizó una investigación previa sobre derechos de autor. Esto debido a que el gobierno local propuso algunas imágenes que no pudieron utilizarse, como la figura de El Santo, El Enmascarado de Plata.
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"Al hablar de una feria intencional, la obra se centró en elementos representativos del país, entre ellos el mariachi, el maíz, la pirotecnia, el rescate del maguey, flora y fauna", expresó Orta.


Con tan solo 37 años de edad, la muralista —quien comenzó en el graffiti— cuenta ya con 20 años de experiencia. Ha trabajado para marcas internacionales del sector automotriz en caligrafía artística, aunque su verdadera pasión es contribuir con su talento a la comunidad y a espacios educativos.

Las obras de Carmina Orta ya se encuentran en espacios públicos de España, Argentina, Perú, Bolivia, Brasil y República Dominicana, donde también ha dejado huella con su arte mural.
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