Por las veredas soleadas de un jardín lleno de ladridos y energía, Stephany Espinosa camina entre ocho xoloitzcuintles que la siguen con devoción. Son sus compañeros, sus objetos de estudio y, sobre todo, su familia.
“Para mí, cualquier perro es patrimonio biocultural”, dijo con serenidad, mientras uno de ellos intentaba llamar su atención.
Historiadora con énfasis en arte y maestra en patrimonio cultural, la hidalguense ha dedicado su vida académica a rescatar la memoria de los perros mesoamericanos. Su primera tesis abordó la cosmovisión del perro en Mesoamérica a través de la tradición funeraria de tumbas de tiro del occidente de México. Más tarde, su investigación de maestría profundizó en la patrimonialización del perro de origen prehispánico.
Hoy, su mirada está puesta en el xoloitzcuintle, ese perro que desde tiempos prehispánicos ha acompañado al ser humano no solo en vida, sino también en la muerte. “Propongo una declaratoria y materiales didácticos que fomenten la revalorización de estos animales como patrimonio”, explicó.
En su casa, ubicada en Mineral de la Reforma, Stephany convive con ocho xolos de diferentes variedades: Xipe, Tlalli, Poctli, Meztli, Yul, Nexti, Itzmín y Sunú. Cada nombre proviene del náhuatl y refleja una característica única: “Poctli significa humo; Yul, corazón; Meztli, luna; Itzmín, rayo”, enumeró.
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Entre juegos y ladridos, señaló a Tlalli, una de las primeras perritas que tuvo. “Ella es de la variedad golondrino, tiene pelo; mucha gente piensa que un xolo con pelo no es auténtico, pero sí lo es. Comparten la misma genética, la diferencia es una variante recesiva a través de un gen.”
Sus explicaciones combinan rigor científico y respeto espiritual. Stephany estudia fuentes etnohistóricas del siglo XVI y restos arqueológicos para comprender cómo el perro se convirtió en un puente entre el mundo de los vivos y los muertos.
“El perro era el psicopompo por excelencia, el que ayudaba a cruzar hacia el Mictlán. No todos eran xolos, cualquier perro podía cumplir ese papel.”
Mientras habla, uno de sus perros se acomoda en su regazo. “Cuando tuve COVID, Itzmín dormía en mi espalda, son muy calientitos”, recordó. Esa anécdota, más que una curiosidad, muestra la profundidad del vínculo humano–canino. “El perro es la única especie creada por el ser humano; no existía, es fruto de nuestra domesticación del lobo gris asiático. Por eso, todos son patrimonio biocultural.”
Aunque el xoloitzcuintle es una raza milenaria, su piel desnuda lo hace un perro de cuidados específicos. “No necesitan abrigo constante, pero sí protección del sol y el frío”, explicó Stephany. Recomienda usar bloqueador solar en días calurosos, especialmente en zonas donde el sol es más intenso, y ropa ligera o mantas durante el invierno.
“La piel del xolo es muy sensible, pero también fuerte si se mantiene limpia”, comentó. Aconseja bañarlos con jabones neutros y aplicar aceites naturales, como coco o almendra, para mantener la hidratación. “Nunca hay que usar cremas con perfumes o productos humanos, porque pueden irritarlos.”
En cuanto a su alimentación, sugiere una dieta alta en proteína y evitar el exceso de carbohidratos o croquetas procesadas. Además, destacó la importancia del ejercicio y la socialización: “Son perros muy inteligentes y activos, necesitan convivir, jugar, sentirse parte de una manada.”
Espinosa también derriba mitos: “Muchos creen que, por no tener pelo, no provocan alergias, pero eso depende del organismo de cada persona. Lo importante es entender que son perros nobles, limpios y muy apegados a sus humanos.”
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Además de sus xolos, la investigadora hidalguense y su familia cuidan 34 perros rescatados. “La noción del perro callejero nació con la conquista; en el México prehispánico eso era impensable”, explicó.
Alimentar a todos sus canes representa un esfuerzo considerable: cada mes consumen cerca de 100 kilos de alimento, equivalentes a cuatro bultos de croquetas, además de suplementos y golosinas naturales. “Es una inversión grande, pero vale la pena; ellos me dan más de lo que cualquier gasto podría significar”, dijo.
Su compromiso va más allá del amor por los animales; es una postura ética y científica. “No compro perros, todos han sido adoptados; muchos venían de criaderos clandestinos, heridos, con llagas, en condiciones terribles.”
Sin embargo, reconoce que no todas las personas tienen la posibilidad o el interés de adoptar, y por ello subraya la importancia de adquirir xoloitzcuintles solo a través de criadores responsables o refugios certificados. “No se necesita un permiso especial para tener uno, pero sí un gran compromiso; no son mascotas cualquiera, requieren comprensión de su valor simbólico y cultural.”
En el mercado, un ejemplar puede costar alrededor de 15 mil pesos, dependiendo de su linaje y características físicas. “Mucha gente se sorprende por el precio, pero detrás hay años de crianza selectiva, cuidado médico y conservación de una raza que forma parte del patrimonio nacional”, detalló.
Frente a los comentarios negativos que suelen recibir los xolos por su apariencia, Stephany es firme: “La patrimonialización no significa que todos los amen, sino que comprendan su valor histórico y simbólico. Cuando tú reconoces algo como patrimonio, lo cuidas; no hace falta una ley, basta con otorgarle sentido e identidad.”
Entre sus reflexiones, criticó el uso de los perros en zoológicos: “Ningún animal debería estar enjaulado. Prefiero el modelo del Museo Dolores Olmedo, donde los xolos viven libres en los jardines, junto a piezas arqueológicas y obras de Frida Kahlo y Diego Rivera. Eso sí es educación biocultural.”
Ante los recientes casos de maltrato animal en la zona metropolitana de Hidalgo, su voz se endurece: “No entiendo cómo alguien puede hacer eso; son seres que nos acompañan desde hace más de 20 mil años, nos ayudaron a sobrevivir. Su vida está entrelazada con la nuestra; maltratarlos es desconocer nuestra propia historia.”
Al despedirse, con la mirada tierna de Xipe a su lado, concluyó: “Ellos son testimonio vivo de nuestro pasado prehispánico. Cada perro, incluso el de la calle, lleva en su ADN la historia de la humanidad.”
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