El 80 por ciento de los varones que llegan a recibir atención a la Unidad Especializada para la Atención de la Violencia Familiar y Sexual (UEPAVFS) son remitidos de instituciones judiciales porque ya hubo indicios o se comprobó un delito de violencia familiar, sólo un 20 por ciento acude por su propio interés en atender la problemática de generador de violencia.
Aunque este espacio no sólo recibe a varones, también a mujeres y niños para atender la situación que viven y enfrentan al interior de sus hogares, la atención es un modelo que tienen diez años, pero del que poco se conoce y requiere de mayores esfuerzos para fomentar la sana convivencia entre géneros, pares y para con los hijos y familiares.
Desde 2022, Hidalgo enfrenta un aumento en las cifras de violencia familiar, el promedio de denuncias mensuales oscila entre las 570 y 620 quejas. En 2022 el reporte fue de 6 mil 929 casos (577 casos al mes), para 2023 aumentó a 7 mil 535 (627.9 mensuales) y para 2024 se concluyó con 6 mil 802 y el promedio fue de 566.8 casos, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Si bien en su mayoría es la población femenina la denunciante, y se cuentan con instituciones especializadas para la atención, la población denunciada además de llevar un proceso jurídico ante la Procuraduría General de Justicia del Estado de Hidalgo (largo o abreviado) y en los juzgados de lo familiar, también es remitida para la atención de estas conductas, cuando la ley así lo considera.
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Hablar de masculinidades con los varones no es un tema sencillo, al realizar la búsqueda de entrevistas con jóvenes, en su mayoría evitaron el tema. Señalaron que desconoce el concepto o se niega a participar no solo en espacios de reflexión, también en cuestionarse qué implica ser hombre a décadas de que iniciaron los movimientos feministas y políticas públicas para lograr la igualdad de género.
Mientras tanto, la violencia se mantiene reproduciendo en hogares, escuelas y comunidades, bajo patrones patriarcales naturalizados en la vida cotidiana, los casos extremos que se denuncian en la entidad van a alza, sea porque las población femenina levanta una denuncia por iniciativa propia o porque a las autoridades se les solicita auxilio para atender un delito que deriva en una carpeta de investigación.
En 2021, la Secretaría de Seguridad Pública en Mineral de la Reforma ya refería que uno de los principales llamados a la policía era la violencia en los hogares.
Y si bien es la Procuraduría General de Justicia de Hidalgo, quien integra las carpetas de investigación por el delito, es hasta que se cuenta con la orden de un juez, que quien es generador de violencia y su condición lo permite es remitido o remitida a la Unidad Especializada para la Atención de la Violencia Familiar y Sexual (UEPAVFS), en este espacio se ofrece un modelo de reeducación la mayoría a varones.
El 80 por ciento de los hombres que ingresan a este programas llegan remitidos por instancias judiciales y el 20 por ciento acude de manera voluntaria, según datos de la UEPAVFS, instancia creada en 2010 para la atención la violencia familiar como un modelo innovador basado en atención psicológica, talleres y capacitaciones para mujeres y hombres.
De acuerdo con el psicólogo Edgar Vertí Rodríguez, subdirector de formación con perspectiva de género del Instituto Hidalguense de las Mujeres, el término “Nuevas Masculinidades” surgió entre las décadas de los sesenta y setenta, aunque fue retomado con más fuerza por la sociedad veinte años atrás. El concepto no es nuevo, pero surgió a partir de los estudios feministas.
En la actualidad, se habla de masculinidades en plural para visibilizar la diversidad de formas de ser hombre, señala Edgar Vertí, quien enfatiza que ya no es actual hablar de “nuevas masculinidades”, sino de reeducación y los espacios aún son reducidos donde se aborda el tema.
A decir del especialista, las conferencias o talleres masivos que se dan son para servidores públicos, y los talleres o capacitaciones de más de 20 horas son para personas que tienen un juicio, lo que deja fuera la posibilidad de trabajar de manera preventiva con la población en general.
“El Instituto Hidalguense de las Mujeres ofrece talleres de cinco sesiones, de cuatro horas cada una, para servidores públicos, con temas que van desde género, masculinidades y violencia hasta sexualidad, paternidades y habilidades socioemocionales”, ejemplificó.
Por su parte la Secretaría de Salud a través de la UEPAVFS, ofrece grupos terapéuticos científicos, principalmente para varones que por una orden judicial son enviados a la instancia para cumplir con un proceso terapéutico que les permita enfrentar atender su problema.
“Los programas reeducativos pretenden es precisamente volver a enseñar al individuo a relacionarse. La masculinidad ahorita se le llama masculinidad alterna, que sean orientadas hacia el ejercicio del buen trato y de la cultura de la paz”, explicó Carlos Alberto Barrera Ramos, psicólogo clínico en esta unidad.
Si bien la UEPAVS en su momento atendía a una mayor población femenina, desde hace más de una década reciben a mayor población de hombres, al menos mil 300 personas anuales. Cada usuario permanece en promedio un año y medio, con sesiones semanales, el programa es de al menos 50 horas.
“La sociedad aún no ha evolucionado en este tema, la violencia familiar se naturaliza”, señala el psicólogo, quien destacó que para los varones es complejo reconocer su violencia y solo participan si son obligados por una autoridad.
“Perciben estos espacios como un castigo porque la masculinidad hegemónica y el patriarcado se resisten a perder el poder”, explica.
En opinión de Daniel Agustín Galindo López, defensor de derechos humanos, esta resistencia masculina dificulta que el concepto de “masculinidades” se socialice y tenga mayor impacto.
Aunque la mayoría desconoce los detalles de este tema, algunas personas reconocen su importancia. Consideran que reflexionar sobre masculinidades desde la niñez podría formar hombres más respetuosos y conscientes de sus acciones.
Daniel Galindo expone que dos expresiones de la violencia aquella que se vive entre hombres y que se manifiesta de formas sutiles, como burlas, apodos, así como el trato de quienes no siguen ciertas ideas o comportamientos que suelen ser rechazados.
Y en el trato hacia las mujeres, que se percibe de manera más evidente, no solo en agresiones físicas, también en críticas constantes, minimización de logros, falta de oportunidades y manipulación.
Si bien algunos varones acceden a estos centros especializados de atención, en un punto en que coinciden Carlos Barrera y Daniel Galindo es que más allá de la política pública, el cambio debe ser un ejercicio interno de cada hombre”.
El hecho de que las masculinidades ya forman parte de la agenda pública representa un avance importante, pues abre la puerta a que cada vez más sectores de la sociedad se involucren en la reflexión.
Sin embargo, Galindo López enfatiza en que este concepto debe tener mayor relevancia y efecto, “se requiere una estrategia integral que incluya medios de comunicación, cine, televisión, radio, teatro con representaciones diversas de lo que significa ser hombre”.
En el ámbito educativo, la Nueva Escuela Mexicana fomenta el pensamiento crítico y la revisión de roles de género y sexualidad para profundizar en el tema. Y aunque especialistas opinan que es un tema en el cual el docente requiere de mayor capacitación o apoyo de un psicólogo y facilitadores son cimientos que apenas inician como parte de una política educativa.
Sin embargo, Carlos Alberto Barrera señala que: “realmente no va a ser posible y que vamos a morir todos los que intentamos hacer algo diferente y no vamos a ver un cambio significativo, pero por lo menos dejaremos una semillita”.
El siglo XXI ya no demanda al hombre proveedor, fuerte y distante, sino a una persona sensible, consciente y corresponsable. Para que más hombres se sumen a esta reflexión, se necesitan espacios accesibles e inclusivos, así como una cultura que valore la equidad y el respeto como pilares de la masculinidad.
Transformar la manera de ser hombre no es solo responsabilidad de quienes participan en programas institucionales; es un desafío colectivo que requiere involucrar a familias, escuelas, comunidades y medios de comunicación, pero sobre todo requiere la voluntad de los hombres para hacer una autocrítica y revalorizar su papel en la sociedad, coincidieron especialistas y activista.
Con información Ariana Reséndiz
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