En su más reciente episodio, Rick y Morty volvió a demostrar que ningún ícono de la cultura pop está a salvo de su humor mordaz.
Esta vez, los blancos de su sátira fueron los cineastas Zack Snyder y James Gunn, quienes se enfrentan —literal y verbalmente— por el rumbo de Superman, en una parodia que mezcla crítica cinematográfica y burla al fandom.
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La octava temporada de Rick y Morty ha mantenido su esencia irreverente, pero el episodio siete elevó el nivel de ironía al adentrarse en el debate más encarnizado del universo DC: ¿qué versión de Superman es la mejor?
En este capítulo, Rick Sánchez se involucra en una historia que gira en torno a una película ficticia dirigida por James Gunn. En su intento por "arreglarla", Rick termina provocando un enfrentamiento entre el propio Gunn y Zack Snyder.
Ambos directores aparecen como personajes animados, con sus verdaderas voces en la versión original del episodio.
El resultado es una escena cargada de humor autorreferencial, en la que Snyder defiende su estilo oscuro, épico y cargado de cámara lenta, mientras que Gunn reivindica su enfoque más centrado en el desarrollo de personajes y diálogos.
Las diferencias estilísticas entre ambos se exponen con exageración, pero también con cierto cariño hacia sus respectivas trayectorias.
La discusión entre los cineastas incluye guiños para los fanáticos más atentos, como la línea en la que Snyder se queja de que el Superman de Gunn "habla demasiado", mientras que Gunn se burla de la fórmula "acción con cámara lenta" de Snyder. Aunque es una caricatura, el enfrentamiento funciona como un espejo del debate real que ha dividido a los fans durante años.
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Más allá del duelo entre directores, el episodio también lanza dardos al estado del cine contemporáneo. Entre bromas y referencias, se aborda el problema del diseño de sonido en películas actuales —con efectos ensordecedores que opacan los diálogos—, así como la costumbre de reintroducir constantemente a los personajes, como si el espectador no pudiera seguir la historia por sí mismo.
Esta sátira se convierte así en una crítica a la sobreproducción, a las fórmulas narrativas repetitivas y al afán de complacer a audiencias cada vez más fragmentadas. Al mismo tiempo, Rick y Morty no deja fuera a los fans: aquellos que han protagonizado intensas discusiones en redes sociales sobre si Henry Cavill o David Corenswet es el mejor Superman también son objeto de burla.
Con este episodio, la serie reafirma su lugar como uno de los pocos productos audiovisuales capaces de criticar desde dentro a la industria del entretenimiento, sin perder el humor ni el ingenio. Y lo hace con la complicidad de los propios aludidos, ya que tanto Snyder como Gunn accedieron a participar prestando sus voces, lo que convierte la parodia en una especie de juego metatextual.
Rick y Morty ha consolidado su reputación como una serie que no teme incomodar ni desafiar convenciones. Desde su debut, ha atacado la religión, la política, la ciencia y el entretenimiento con igual ferocidad. Pero esta nueva entrega, centrada en la cultura del superhéroe, resulta especialmente provocadora por lo cerca que toca al fervor fan actual.
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