Antes de que el tequila se convirtiera en emblema nacional, el pulque ya formaba parte esencial de la vida cotidiana en el centro del país. Esta bebida ancestral, heredada de tiempos prehispánicos, mantiene su mayor arraigo en Hidalgo, entidad que hoy lidera la producción a nivel nacional.
En los valles y extensas planicies hidalguenses se elaboran alrededor de 195 millones de litros de pulque cada año, cifra que representa casi el 80 por ciento del total producido en México. A pesar del paso del tiempo, en diversas comunidades el proceso se conserva de manera artesanal, como ocurre en el rancho pulquero La Gaspareña, un espacio que abre sus puertas al turismo cultural y gastronómico.
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Ubicado en el municipio de Singuilucan, entre la Comarca Minera y la región conocida como la Altiplanicie Pulquera o Llanos de Apan, este rancho se asienta en una zona reconocida históricamente como el corazón de la producción pulquera. El entorno natural es parte del atractivo: un pequeño valle rodeado de amplias planicies donde, desde hace generaciones, se cultiva el maguey.
El sitio se localiza a aproximadamente 45 minutos de Pachuca y a menos de dos horas de la Ciudad de México, lo que lo convierte en una opción accesible para quienes buscan una experiencia distinta ligada a las tradiciones del campo hidalguense.
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Durante el recorrido, los visitantes pueden conocer hasta 18 variedades de maguey, entre ellas chalqueño, manso, rayado, chichimeco y colibrí, sembradas en los tradicionales metepantles, sistemas agrícolas donde los magueyes se intercalan con cultivos como maíz, frijol, calabaza, quelites e incluso cempasúchil.
Un maestro pulquero guía el trayecto y explica paso a paso el proceso de elaboración del pulque, desde la siembra hasta la bebida final, compartiendo datos que revelan la complejidad de esta tradición.
Entre las curiosidades del proceso destaca que un solo maguey puede producir hasta 10 litros diarios de aguamiel, dependiendo de su tamaño y de la destreza del tlachiquero, responsable de extraerlo. En La Gaspareña, toda la producción se realiza de forma orgánica y artesanal: no se emplean químicos, los quiotes se conservan para alimentar a la fauna local y los residuos se reutilizan como biofertilizantes.
La experiencia también incluye el acceso al tinacal, el espacio donde el aguamiel fermenta hasta transformarse en pulque. Ahí se explican los últimos pasos del ciclo productivo y las variantes que pueden obtenerse, como pulque natural, curados de sabores, destilados o vinagre, todos acompañados de degustaciones.
El recorrido se complementa con una comida tradicional preparada en la cocina del rancho. En el menú destacan platillos como pan de pulque, chilaquiles y arroz empulcados, atole de aguamiel, mole con salsa de pulque, así como especialidades regionales como barbacoa y mixiotes.
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Además, se ofrecen distintos derivados del maguey, entre ellos pulque natural, curados, destilado, vinagre y sal de chinicuil.
El costo del recorrido guiado es de 300 pesos por persona e incluye el tour, la guía especializada, degustaciones y la comida. Por cuestiones de organización, las visitas se realizan a partir de grupos de seis personas.
Para más información y reservaciones, se puede consultar la página de Facebook “Rancho La Gaspareña” o comunicarse al teléfono (775) 128 6245.
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