La Exhacienda Exquitlán, actualmente conocida por ser el espacio de la fábrica de sidra Pomar continúa teniendo cierta popularidad entre los locales por el fundador Pánfilo García Otamendi, quien era un caudillo adinerado el cual tenía una reputación negativa entre los habitantes.
Cuenta la leyenda que el señor Pánfilo tenía dos hijos, hombre y mujer, respectivamente, no obstante el deseo más latente del caudillo era que su hija se casara con un hombre perfecto, adinerado y buen mozo. Sin mucho éxito, la realidad era que todos los pretendientes que había conocido de su hija solo tenían la intención de casarse con ella por la gran fortuna que la misma heredaría después de la muerte del señor.
Cuentan que el señor asesinaba a tales pretendientes para después ser descuartizados para terminar siendo la comida de los puercos que el señor tenía, para así no dejar ningún rastro; y negándose rotundamente a perder su riqueza, fue que en algún momento pensó en que ambos de sus hijos contrajeran matrimonio.
Se dice que tras su fallecimiento y sepultura, tanta era su crueldad que la misma tierra santa lo rechazaba, siendo que su féretro amanecía fuera de la tierra al día siguiente. Para deshacerse de la maldad del señor, el pueblo pagó una inmensa cantidad de dinero para que su cuerpo fuera tirado en el cerro del Yolo y posteriormente, toda la fortuna fue enterrada en algún lugar dentro de la hacienda.
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