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En Hidalgo, lejos de las rutas turísticas convencionales, existe un rincón que conserva la esencia intacta del paisaje silvestre: la barranca de La Colmena. Este sitio no cuenta con infraestructura ni señalizaciones llamativas, pero quienes se atreven a descubrirlo encuentran un refugio natural, lleno de quietud, paisajes vírgenes y una conexión íntima con la tierra.
Situada en la localidad de San Pedro Huaquilpan, municipio de Zapotlán de Juárez, al sureste de Pachuca, la barranca ha permanecido al margen del turismo masivo. Su ubicación discreta y la escasa difusión en redes sociales hacen que el boca a boca entre habitantes locales siga siendo la principal vía para conocer este paraje.

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Para quienes parten desde la Ciudad de México, el trayecto en auto toma alrededor de una hora con 45 minutos. La ruta más directa es por la autopista México–Pachuca (85D), con salida hacia Zapotlán de Juárez desde el bulevar Felipe Ángeles. Ya en Zapotlán, se deben seguir caminos rurales sin señalética, por lo que es recomendable descargar la ruta previamente. Los pobladores suelen orientar a los visitantes hacia los accesos más cercanos, siendo Acayuca uno de los puntos más transitados para iniciar el descenso hacia terrenos ejidales.
El terreno final exige vehículos altos o una caminata adicional, sobre todo en temporada de lluvias, cuando la terracería se vuelve más difícil de transitar. Sin embargo, el esfuerzo se ve recompensado al entrar en este microcosmos natural.

Un paisaje que se transforma paso a paso
La barranca no es un cañón espectacular a primera vista, pero su atractivo está en el detalle. Al adentrarse, el terreno se transforma: los matorrales espinosos dan paso a helechos, musgos y árboles que prosperan en las sombras. En época seca, un delgado hilo de agua recorre el fondo; durante la temporada de lluvias, se convierte en un arroyo vigoroso que alimenta pozas naturales donde es posible refrescarse.
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La actividad más común es el senderismo. No hay caminos marcados ni barandales, por lo que se requiere precaución, buen calzado y disposición para dejar atrás las comodidades. Las rutas varían en dificultad, con pendientes irregulares y suelos resbalosos, ideales para quienes buscan un desafío moderado. La fotografía de naturaleza también encuentra aquí un lienzo perfecto: los juegos de luz, las raíces al descubierto y la vegetación exuberante invitan a capturar escenas que parecen sacadas de otro mundo.
Los ciclistas de montaña con experiencia encontrarán rutas retadoras y paisajes únicos, aunque siempre se recomienda ir en grupo y con equipo adecuado. Quienes prefieren una experiencia de conexión profunda con la naturaleza pueden practicar caminatas silenciosas, meditación o acampar con responsabilidad.

Naturaleza sin filtros, responsabilidad total
Cabe destacar que no existen servicios turísticos: no hay baños, tiendas ni centros de atención. Por ello, es indispensable llevar suficiente agua, alimentos, protección solar, ropa adecuada y una bolsa para la basura. Avisar a alguien antes de entrar también es una buena práctica, especialmente si es la primera vez que se visita.
Sobre el origen del nombre “La Colmena”, no hay registros oficiales, pero algunos habitantes creen que ciertas formaciones rocosas semejan panales naturales, lo que habría inspirado su denominación. Más allá de su nombre, el sitio ha sido parte del paisaje comunitario durante generaciones: se ha usado como paso de ganado, lugar de reunión y zona para recolectar plantas medicinales.

Aunque fuera del radar turístico tradicional, La Colmena es cada vez más conocida entre senderistas, ciclistas y fotógrafos de la región centro del país. Para visitarla, es recomendable evitar las horas de mayor calor, usar ropa de manga larga y preferir los meses entre octubre y marzo, cuando el clima es más favorable.
Visitar la barranca de La Colmena es aceptar una invitación a lo esencial: caminar por senderos no trazados, dejarse envolver por el silencio y descubrir que la verdadera belleza no necesita adornos. Aquí, la naturaleza habla bajito, pero con claridad. Y para quien la escucha, la experiencia es inolvidable.