Santiago Giménez no lo podía creer, mucho menos Raúl Jiménez, quien había salido de la oscuridad de la banca para aplaudir la obra de arte que había fabricado su querido alumno.

En el último suspiro del tiempo agregado, el Bebote había marcado un gol de época. Un circense remate al más puro estilo de su compañero en el ataque de la Selección Mexicana, quien ya había sido retirado del campo.

El estadio Allegiant, casa de los Raiders en la NFL, había rugido de emoción, pero el árbitro guatemalteco Mario Escobar no dejaba de tocarse el oído derecho. Algo le decían desde la cabina del VAR.

Unos cuantos segundos después, el golazo del delantero del Milán fue invalidado por fuera de juego en el momento de ser ejecutado el tiro libre que comenzó la jugada, pero Santiago remató tras el toque de un defensa costarricense. No importó para el cuerpo arbitral. El golazo terminó en simple espejismo.

Duro golpe para un Tricolor que igualó (0-0) con la Costa Rica de Miguel Herrera, resultado que le permitió liderar el Grupo A en la Copa Oro y evitar a Estados Unidos en cuartos de final, ronda en la que jugará ante Arabia Saudita, pero había el deseo de ganar.

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